EL CIRCULO

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La conferencia había terminado y, creí que por pura cortesía, la presentadora dijo:  Si alguien quiere hacer alguna pregunta expresa al Sr. Ros, puede hacerla.....

Hubo un silencio y yo ya recogía los papeles para introducirlos en la cartera... sin esperar reacción al ofrecimiento. Dar una conferencia sobre sexualidad a un reducido grupo de mujeres -diez más la presentadora-, pertenecientes a la alta burguesía no me pareció tarea difícil y, estando obligado con el marido de la presidenta del Circulo, me preste a ello sin oponer resistencia. Al fin y al cabo en estas esferas impera lo socialmente correcto y difícilmente las cosas se desvían del guión. Un guión, confieso, completamente light y sin nada que pudiera prestarse a la controversia. Yo había escrito un libro sin demasiado éxito ( con sinceridad... sin éxito alguno) que, de una forma novelada, hablaba de la sexualidad. Ello, una antigua deuda y la necesidad de lo que me pagaban, determinó que ni siquiera dudara en aceptar el encargo.

-¿Que opina usted de la D/s? Alcé la mirada y me encontré con una mujer de unos cuarenta y cinco años, vestida con elegancia y una sonrisa que, en la distancia, me pareció irónica. -Bueno... -traté de hilvanar una respuesta también light, pero no la encontré- es una práctica que forma parte de BDSM y que necesita madurez en las personas que optan por ella. -¿Puede ser más explícito? Ahora era una mujer que rebasaba los cincuenta la que incidía... La Dominación/sumisión conlleva el dominio de una persona sobre otra, al menos en lo referente al sexo. Y la obediencia y la entrega de una persona a otra, haciendo dejación de su libertad y sus derechos. Ambos se comprometen, o deben comprometerse, con tres principios: Sensatez, Seguridad y Consenso. -¿Cree que su practica es peligrosa? (Ah!, no. involucrarme en una respuesta que depende tanto de la capacidad mental de la persona, no.) -Depende, dije lacónicamente. ¿-De qué? dijo una cuarta... (Esto se estaba poniendo feo, no era lo acordado, pero no podía dar marcha atrás) -De hasta donde se llegue.... Una persona madura mentalmente no traspasará nunca los límites de seguridad. -¿Considera al sumiso/a un débil mental? No, no necesariamente. -¿Y al Dom o la Domina un ser al que le place hacer daño? (Había perdido la cuenta de las mujeres que preguntaban, parecía como si tuviesen una extraña predilección por el tema..) -No creo que el interés sea el daño en sí mismo, sino la relación de poder y el placer que algunas personas pueden adicionar al dolor. (Miré sin disimulo mi reloj en una clara alusión a que tenía prisa) -¿Es una práctica que va increscendo? Y si es así ¿Por qué? Preguntó la mujer de la sonrisa irónica. -Si, se habla de un gran crecimiento. Sobre el por qué no puedo establecer más que una hipótesis, carezco de datos fiables. -Establézcala, dijo la Presidenta, que me acompañaba en la mesa. Y no se preocupe por su tren, aparte de que ya no llegaría, tenemos previsto invitarle a cenar. Además tiene reservada a su nombre una suite en el hotel Hamilton. (La miré con asombro, parecía que todo estaba previsto de antemano, que era una diversión para ellas y que no me soltarían con facilidad. Me resigné, no solo me pagaban bien, sino que me habían prometido un sobre aparte si por lo que fuese, la conferencia se alargaba. No lo entendí al principio, pero ahora comprendía que me habían atado a conciencia. Pensé irónicamente en el bondage).

Intenté calmar mi inquietud y mirar la situación de una forma positiva: A pesar de no preverlo, mi conferencia había calado y por alguna causa que no sabía identificar, provocó la primera pregunta... Las siguientes pura inercia. (Era una explicación simplista, no había que ser un lince para observar que conocían el tema, pero en ocasiones uno prefiere mentirse piadosamente), así que les dije que la sociedad había llegado al aburrimiento con el sexo convencional, que la libertad en su práctica había dejado de ser tabú, que ya se hablaba con naturalidad del sexo oral y otras variables, llegando finalmente a considerarse que la única condición exigible era la conformidad de las personas que intervinieran en el acto. A partir de ahí todo estaba permitido... (Eran lugares comunes, muy trillados, pero que pareció convencerlas. Me lo pareció a mi, claro.... La realidad era otra).

Regada por un vino excelente, la cena fue espléndida. Nueve de los once maridos asistieron a la misma y, según me dijo la mujer de mi amigo, no terminarían precisamente con sus respectivas esposas. Las normas del Círculo eran muy liberales en ese aspecto. Yo la miré directamente a los ojos y ella asintió sonriendo... -Pero la que está a tu izquierda vendrá con nosotros... No podemos dejar que pase la noche sola... Entre otras causas, porque su marido y el mío es más que probable que la pasen juntos....

 

DELACH.-

 


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