SIN LIBERTAD DE OPINIÓN
Por franciscomiralles
Enviado el 12/04/2018, clasificado en Varios / otros
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Nuria Font era una mujer relativamente joven; morena, de unos ojos grandes y vivaces en los
que se reflejaba una curiosidad por todo lo que acontecía a su alrededor. Por eso tenía la
costumbre que las mañanas en las que no iba a la oficina, después del primer café del día se iba a
su ordenador, conectaba con INTERNET y accedía a las Noticias de la prensa Nacional. Leía lo que
decía un periódico tras otro, y sus correspondientes columnas de opinión con el propósito de
adquirir un amplio margen de información,y así ella poder tener un profundo genuíno espíritu
crítico de lo que sucedía en el mundo, y sobre todo en su país.
Sin embargo un sábado cualquiera mientras Nuria se hallaba viendo los titulares de uno de los
periódicos de su ciudad de repente tuvo la firme convicción de que los medios de comunicaión
según el enfoque que le daba a la noticia se advertía la tendencia ideológica del Editorial que
dependía de un partido político determinado que era quien le pagaba su edición, y que a la vez
dicha ideología estaba apoyada por los artículos de sus colaboradores. Por tano a Nuria aquellas
lecturas más que afinar su perspectiva acerca de la actualidad lo que hacían era desorientarla
puesto que lo que pretendían era influir de una manera más o menos subliminal en el estado de
ánimo del lector, y también echar leña al fuego dogmáticamente en la creencia ideológica del
mismo. Y otro tanto se podía decir de los programas de debate en los canales de televisión, en
los que salían unos tertulianos que trabajaban en las redacciones de ciertos periódicos los
cuales estaban subvencionados por las sectarias entidades políticas, con la salvedad de admitir
en el debate a algún sujeto con otro modo de pensar para aparentar una débil oposición a la
ideología dominante.
A Nuria que tenía un robusto carácter aquello le recordaba cuando era una niña e iba a la iglesia
de su pueblo en Huesca con sus padres y veía el idolatrismo que sentían algunos feligreses hacia
algún santo.
Mas como en el día de hoy esta fe por lo sagrado se ha transformado en profana, se supone que
la emotividad humana se ha desplazado hacia las ideologías políticas que aspiran a gobernar.
Y si antes se idolatraba a San José de la Montaña para que desdee el cielo se dignase
concedernos algún favor, ahora esta misma idolatría popular se decanta hacia tal partido político
o hacia un líder. El caso más extremo y paradigmático es Corea del Norte.
Nuria se dijo no sin razón que la gente seguía venerando al relato mítico pero con otro ropaje, o
decorado distinto del pasado en cuya postura apenas tiene cabida el juicio crítico, por lo que
se hacía difícil mantener una autonomía personal.
En consecuencia eso que se decía de que había libertad de expresión eraa una falacia oficial
porque este pensamiento individual y social estaba condicionado y manipulado por las entidades
políticas deun modo tan demagogico como gregario, en el que entra en juegoel factor económico.
Seguidameente Nuria se preguntó: ¿Cómo puede ser que en los tiempos actuales haya gente
que idolatre puerilmente a una ideología cualquiera, o una antigua idea nacionalista, que se
parece al ciego idolatrismo de las beatas de antaño hacia una divinidad celestial, y que para
justificar su pálpito ideológico tiene que despreciar sea a otras razas, o a otror territorios de la
península?
Es evidente que el lado emocional humano no se ha desprendido de un tupio velo narcisista
que no le deja ver la realidad en su complejidad. Se puede conocer a un sujeto que sea una
lumbrera en Economía, en Medicina, y al mismo tiempo anímicamente sea un fanático de una
idea como bien sucedió con los nazis. Pues por desgracia el relato mítico visto de una manera
literal tiene una connotación inmovilista e intransigente que hincha el narcisismo de una
colectividad, y es muy difícil de erradicar.
El dogmatismo de las ideologías viene del Romanticismo que era hijo de la teoría de Platón
acerca del mundo de las Ideas, el cual surgió a finales del siglo Xlll, y principios del XlX de
la mano de poetas, de músicos y pensadores idealistas como Roseau que se oponía a un
Clasicismo racionalista, y éste revitalizó a la Edad Media, a los viejos mitos del pasado, a las
religiones, y al concepto de nacionalidad.
Parece ser que en la Península Ibérica los efectos de un casposo Romanticismo fue asumido en
el siglo XlX bajo el nefasto rreinado de Fernando Vll, el cual en connivencia con la Iglesia
Católica marginó a los pocos hombres liberales y racionalistas que habían, y por esta razón
todavía en nuestro presente hay mucha gente hace ascos de reflexionar.
Por todo ello, cuando Nuria me habló de este idolatrismo a todos los niveles que se apartan de
la realidad, yo le respondí:
-¡Pues nada de ver la televisión! Hay que leer Filosofía, que quiere decir amor a la verdad, que
aunque diga conceptos antiguos, tendrá un poso reflexivo que siempre es conveniente. Y por
otro lado, lee buenas novelas que te enriquezcan espiritualmente.
Lo que no sé es si me habrá hecho caso.
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