ESA MARAVILLOSA MAÑANA DE VERANO
Por Eusebio Efe
Enviado el 26/05/2013, clasificado en Drama
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ESA MARAVILLOSA MAÑANA DE VERANO
Me despierto después de un sueño placentero y reparador que ha recuperado mi cuerpo cansado del largo viaje en la habitación de un encantador hotel de la costa.
Unos rayos de luz firmes penetran por las rendijas del ventanal y se reflejan en el espejo del tocador. Augura un precioso día de verano.
Me levanto, fresco como una lechuga, y me aseo. Me dirijo descalzo y en bañador hacia el balcón, abro sus puertas y allí estaba, recibiéndome, esa esplendorosa mañana veraniega, con el mar de frente, con su magia.
Me siento en la mecedora que hay en la terraza, notando como esa brisa mañanera, con un toque entre fresca y cálida, acaricia mi torso mientras junto mis manos entrelazadas por detrás de la cabeza.
Desde mi posición contemplo como el horizonte se incendia y el mar copia sus colores.
Me quedo hipnotizado, disfrutando del paisaje, de la lentitud del tiempo, sin más sonido que el leve romper de la orilla, disfrutando el momento presente, paladeando la calma.
En mi interior, los recuerdos vienen y van, como las olas, libres y sin orden. El mar me empapa por dentro y ese cielo, azul intenso, exalta mis emociones.
Dos golpes en la puerta de la habitación me despiertan de mi estado ensimismado. Sera el magnífico desayuno tropical que encargue ayer.
Efectivamente, se oye el ruido de las bisagras sin engrasar de la puerta de hierro abriéndose, el sonar del manojo de llaves del funcionario mientras me deposita la bandeja metálica con su desayuno: un café aguachado y un trozo de pan.
Aquí te dejo Martinez, se despide el carcelero.
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