VOLVER A EMPEZAR 2
Por franciscomiralles
Enviado el 19/04/2018, clasificado en Amor / Románticos
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Nuevamente se sintió apoyado, comprendido en lo más profundo de su ser, y deseó estar junto
a Ana. Y aquel punzante sentimiento le puso en evidencia hasta que punto andaba necesitado
de ser amado. Tanto que se dice que las mujeres son las depositarias del amor, que son las que
tienen una sensibilidad más afinada que los hombres, resultaba que éstos también tienen sus
sentimientos a los que apenas se les hace caso. Y por otro lado el concepto de familia, el
matrimonio en sí no es más que una hueca convención social si no se sabe valorar al factor
humano.
Por tanto gracias a aquella positiva actitud de Ana hacia los gustos de Rubén, cuando éste iba a
algún espectáculo se imaginaba que Ana en la distancia también lo vería, y que podrían
comentarlo juntos.
Pero aquella relación virtual no siempre era tan complaciente. Había días en los que Ana se
mostraba distante, ambigüa. Y cuando ella le decía a Rubén que había salido con unos amigos
muy simpáticos éste no podía evitar de sentir unos celos absurdos. ¿Acaso Ana se estaba
cansando del abogado? Incluso en uno de aquellos malos momentos en los que ella le confesó a
su amigo barcelonés que estaba divorciada porque su marido era un ludópata, y que tampoco le
había podido dar unos hijos, y que por tanto ahora ella vivía sola en un piso en el centro de
Málaga le dijo haciéndose la mujer fuerte:
" Mira Rubén. Estoy en una etapa de mi vida en la que estoy sola física y espiritualmente, y no
me he muerto por ello. A veces hay que aceptar el destino que nos toca vivir".
Precisamente este mismo comentario se lo había hecho aquella malagueña que había conocido
años atrás.
"Conmigo no te hagas la dura - le respondió algo picado Rubén-. Igual como cuando tenemos
hambre y vamos en busca de comida, también es normal que cuando uno se sienta solo busque
de la manera que sea la compañía de alguien. Si nos comunicamos tú y yo es porque lo
necesitamos, y no me vengas con bobadas. En realidad la necesidad afectiva es lo que une a las
personas.
Un día, cuando en la relación virtual volvió a salir el sol Rubén se aventuró a preguntar a su
confidente si ella era aquella joven que él había conocido en Málaga, y resultó que el abogado
había dado en la diana. Pues a decir verdad Ana hacía tiempo que lo había reconocido, mas
como era su costumbre de acuerdo con una educación un poco árabe en la que entraba el juego
de la sutil insinuación se dejó entreveer haciendo que fuera él quien descubriera su identidad.
"Siempre has sido una mujer muy sensible, muy afectiva, y esto es lo que más me ha gustado de
tí. Pero al principio de conocernos me tuviste mucho a raya. Casi que no me dabas confianza.
¿Es que temías que yo fuera el lobo feroz que venía a aprovecharse de tí? - quiso saber Rubén
con sarcasmo.
"Más o menos..."
Como la relación iba evolucionando a gran velocidad Rubén como en un ayer tuvo la necesidad
de volver a ver a Ana en persona, y a ser posible empezar una nueva andadura con ella. Pues
sabía que su empresa tenía una filial en aquella tierra del Sur y estaba dispuesto a cambiar de
aires. Dejar atrás su vida anterior.
Cuando comunicó a su familia su drástica decisión, a ésta le sentó a cuerno quemado. Rubén
tenía montada su vida en Barcelona, y allí tendría que empezar de nuevo. Aquello era una
aventura incierta que podía salir mal. Y sobre todo ¿qué pasaría con sus hijos? Apenas los vería,
y su exmujer aún los distanciaría más del calor de su padre. Además, una cosa era el deseo, y
otra la realidad que generalmente casi nunca suelen coincidir. No se podía volver al pasado por
una simple aventura mal resuelta en la juventud, porque la gente cambia constantemente.
Mas de nada sirvieron todas aquellas advertencias.
- Sí, soy un tímido, y tal vez un tonto romántico. Y es posible que me lleve un batacazo. Pero
también tengo mi orgullo que me impulsa a salir, a arriesgarme, si no quiero morirme de pena
en un rincón. La vida es un reto, y si no fuera así no habríamos ido a la luna - les dijo con
resolución Rubén a sus familiares.
Cuando Rubén volvió a ver a Ana, tras abrazarse efusivamente en el umbral de su casa, ella
le preguntó como la primera vez:
- ¿Es que no hay mujeres en tu tierra?
- Sí. Pero yo nunca he dejado de pensar en tí.
Y posteriormente volvieron a aquella playa de Palos para saborear los "espetones" y quererse
de nuevo sin reservas.
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