Crónica de una masacre anunciada

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La violencia es la lacra de la humanidad y si se fomenta solo se contribuye a generar más violencia. El maltrato, tanto físico como psicológico, al que me tenían sometido mis compañeros de clase, me impulsó a tomarme  la justicia por mi mano, pues no podía tolerar tanta impunidad, era injusto y a nadie le importaba.

Mi justiciero plan me llevó tan solo una semana, pues llevaba ya algunos meses rondándome esa idea por la cabeza, al principio con remordimientos y luego con una indescriptible sensación de alivio. Yo no era nadie, solo un trozo de heces para la gran mayoría, pero seguiré con vida y ellos morirán por su crueldad, no importaba nada más que eso y me aferraba a ese pensamiento.

El primer paso fue pensar en la forma de hacer justicia con exactitud milimétrica, pues uno no puede  entrar a su clase y pegar cuatro tiros sin más, eso sería muy cutre y muy estúpido. El siguiente paso fue comprar las armas, no es tan difícil como parece, basta con robar el dinero a tus padres e informarse un poco para conseguirlas de forma discreta y sin levantar sospechas, pero mis padres no son tontos y tuve que emplear también todo mi dinero ahorrado, lo demás se resume en la rapidez, pues el grueso del plan es siempre lo que uno imagina durante meses, a pesar de creer todavía que es solo una inocente fantasía.

El día en el que todo terminó fue maravilloso, disfruté de sus gritos, de sus caras de pánico y de sus hipócritas súplicas. Creo que fue el mejor  día de mi vida, pues fue el primero en el que me sentí en paz conmigo mismo, ya no era el despojo humano del que todos se burlaban, sino un ser superior que elegía a voluntad quienes vivían y quienes no, ya que perdoné a los que fueron buenos conmigo, pero no por piedad, simplemente no estaban en mi lista.

Yo no nací siendo un cruel y sádico asesino, pero mis circunstancias personales me impulsaron a serlo y puedo asegurar con total sinceridad que no me arrepiento y que lo volveré a hacer en el futuro si vuelve a ser necesario. No lloréis por mí padres, ya no soy una víctima.


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