Me dice el mar
que vienes,
que nos veremos
en su orilla traviesa
y húmeda,
desde donde iremos
a unas profundidades únicas.
Me dice
que vienes contenta,
como siempre te he imaginado,
presta a las emociones
de un momento infinito.
Me comunica también
que todo está abierto,
que seremos, unidos,
más libres que nunca:
nos desplazaremos
hacia una ilusión perfecta,
pues se hará realidad.
Nos enlazaremos:
eso me avanza este mar
que entronca
con ancestros y elucubraciones
en un proceso sincero.
Me relata en este instante
que soy afortunado,
y lo cierto es que me veo así.
Tengo una cita
que me llevará al gozo
y a la paz
de un equilibrio desatado
al que llegamos ahora,
en el segundo debido.
Escucho los ecos
de un amor en trance,
que se fragua,
que se llena de agua
en forma de vida,
que me endulza
y agiliza la gestación
de un futuro impresionante.
Me dice, sí,
y yo le contesto
que soy un guerrero
en manos del destino.
Es el mar, mi mar,
y yo con él.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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