¡DUELO DE HOMBRÍAS EN ALMORRENDAS DE MÓÑAGO! (Parte 2)

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Y bien... después de esta interesante lección histórica, pasaremos a presentar el perfil técnico de los luchadores: en primer lugar conoceremos a Rusticazo Machacón, alias “El Mataputas”, aunque curiosamente nunca ha acabado con la vida de ninguna. Por lo que se conoce, gracias a su misoginia declarada, alentada por los pueblerinos más tradicionales de Almorrendas, sólo “comparte” con ellas una batidora manual de espiral, divirtiéndose luego al verlas huir; “son pequeñas bromas sin importancia”, como ha declarado recientemente. Nació en la barriada de extrarradio Chaperal-Esquina, en Falomares, una aldea colindante de Almorrendas.

En referencia a sus evidentes dotes de actor participó en películas de temática sodomita como Por detrás... ¡fuck my ass!, Los Diez Mamamientos, Transfollmers, En busca de la arcada perdida, Único testículo, Presunto chupable, James Blow contra el Dr. Si, El rabo del miedo y Penetración Infernal 5 que, según los expertos, fue la mejor de la saga y la más vista en todas las congregaciones religiosas de la comarca, en la que Rusticazo representaba a un poderoso Belcebú disfrazado de papa Noel cuyos atributos cuestionan la asexualidad de un grupo de querubines que forman círculos arrodillándose a su alrededor coreando el hit navideño Oh, Blanca Navidad con la intención de extraerle gustosamente el material genético.  

Antes de dedicarse a la lucha portentosa, a ser un reconocido homicida ecléctico y asesino encarnizado freelance, fue paseador de chihuahuas con cataratas. Actualmente muestra una sublime hipersensibilidad hacia la sutil lisura de los conejos negros, a los que acaricia con pasión en el pescuezo hasta que los descabeza por rozamiento, con lo cual aprovecha sus cráneos para confeccionar amuletos que vender a los esquimales para sacarse unas perrillas.

Gusta de leer las etiquetas de los botellines de Anís del Gnomo, tanto del dulce como del seco, aunque se decanta relamidamente por el dulce, en los escaparates de los colmados más exquisitos y eminentes de las ciudades.

Una característica física peculiar y remarcable es su polidactília: posee seis dedos en cada mano, con los que sujeta ansiosamente las armas de uso frecuente. También ostenta una cicatriz de unos tres centímetros de ancho que, en diagonal, le atraviesa desde el ojo izquierdo hasta la ingle derecha realizada con melifluidad con una sierra mecánica por un apasionado incondicional, el cual le demostró así su admiración después de visualizar en directo uno de sus combates más recordados.

Ferviente y perspicaz coleccionista de toda clase de artefactos punzantes y desgarradores que porta escondidos en todos los agujeros de su cuerpo con los que, el día anterior a un campeonato, practica auto mutilaciones desenfrenadas en las puertas de los conventos para comprobar la efectividad de tales fulgentes artilugios.

Su remate más clamoroso es realizar una dinámica eyaculación, como en el final de sus películas: el flujo de la vida esparcido a gran presión desfigura por completo los rostros de sus enemigos y complace a las gentes de Almorrendas. Actualmente recauda 7 monedas por un combate de exhibición; 8 por uno a muerte, si sobrevive, cobra 6; y hasta 9 o 9’10 si se enzarza hasta la expiración contra dos o más luchadores al unísono. Su antagonista natural es Finazo Sensiblín, alias “El Protegezorras”, aunque nunca se les ha visto luchar juntos.

Nuestro segundo luchador es Gallinón Crestana, alias “el Lanzapollos”, nacido en el barrio de San Plumicio. De pequeño se adueñó de los corazones de sus tutores debido a su alto cociente intelectual: se sabía de memoria la tabla de multiplicar del uno, aunque por culpa de una ingestión de aves infectadas con encefalomielitis, colisepticemia y enteritis necrótica se convirtió en un provinciano ornitofílico con retraso mental agresivo para con sus semblantes pero nunca con los gallináceos a los que adora con venerable cortesía.

Cuando de joven, se deleitaba al olfatear grupos de pollos correteando desordenadamente por los gallineros. Gracias a esta sana costumbre, ahora de mayor es capaz de sexar a gran distancia con los ojos vendados toda clase de aves, desde colibríes gigantes a avestruces enanas. 

Trabajó de ladrón nocturno de gallinas diurnas, incubador de huevos a tiempo parcial y mamporrero de gallos Scots Grey y Transilvania. En la actualidad ejerce de gladiador emplumado y hoplita rabioso; vengativo y ávido destripador de rivales en cuadriláteros de varias calañas y medidas.

En cuanto a sus estudios, disfruta de una diplumatura en lucha cuerpo a cuerpo por la Universidad Complumense y Picoteado en la Universidad de Gallinoxford.

Sus características físicas son excepcionales: resulta de complexión delgada aunque fuerte, exhibiéndose totalmente rasurado a modo de pichón remojado. Desde los siete años, con un percutor, se agujerea la piel hasta llegar a las terminaciones nerviosas para luego insertarse plumas de toda clase de aves con las que, al erizarlas, amedrentar a sus enemigos. De esta manera también, intenta conseguir el aspecto de un auténtico pollo combatiente malayo, su máximo propósito personal y profesional.

Su estrategia básica en el combate consiste en rodear al contrario picoteándole el gaznate al tiempo que le escarba las partes blandas desde todas direcciones con sus potentes espolones. También aletea afanoso hasta posarse en la cabeza de su peligroso contendiente donde pone un huevo pasado, reservado en su esfínter carmesí durante varios días. En caso de verse acorralado, su instinto cacareador le empuja con satisfacción a arrojar pollastrones famélicos Dorking o Appenzeller, cluecas cabreadas de Sumatra y pollitos gigantes Jersey de 4 kilos, que lleva escondidos bajo sus variopintos adornos plumíferos y penachos multicromáticos. Si por el contrario, este último ataque no resulta del todo efectivo, se ceba proyectando otro tipo de “pollos” directamente a los ojos.

Principalmente cobra en grano molido, en pienso deshidratado y en pieles de patata cocidas, aunque también acepta 60.000 monedas por combate si no hay más opciones y... oh! En estos momentos... ¡va a empezar el espectáculo!


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