Me llenas de morbo...

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
11377 visitas

Marcar como relato favorito

Desde hace algunas semanas, luego de que, un taxista chocara mi carro, tuve que viajar en el transporte público, cosa que me encanta pues, a pesar de lo malo, ahí me han pasado un sinfín de aventuras muy interesantes.

Luego de trabajar, tomo el camión que me lleva al metro y luego de viajar por este último, hago fila para abordar un camión de monedas para llevarme a casa, en esta fila, casi a la misma hora, nos formamos algunas personas de forma rutinaria, con las cuales al vernos casi del diario, solo asentimos con la cabeza a manera de saludo. Pero hay una chica a la que me gusta ver formada por el simple placer de verla.

Como de veintitantos, tiene 1.65 de estatura, con una piel blanca delicada y suavecita, unos brazos delicados con una cinturita que adorna increíble ese trasero monumental, tiene unas nalgas muy grandes, bien formadas y todos los que nos formamos, no podemos disimular ver esa obra de arte. Simplemente es inevitable ver su culo, porque con esos pantalones de licra negros ella lo muestra sabiendo perfectamente que todos babeamos por ella.

En algunas veces me tocaba formarme detrás de ella y hacia todo lo posible para estar muy cerca,  sin que eso se interpretara ofensivo, su olor delicioso me tenía respirando hondo hasta que ella volteaba directamente y yo simulara actuar normal, luego de darme la espalda nuevamente acercaba mi cara a su pelo y me sentía volar con su olor delicioso.

Cuando no la miraba formada la esperaba discretamente comprando algo en uno de los puestos de golosinas. Me encantaba irme junto a ella cuando el camión se llenaba porque con el movimiento del camión, ella pegaba a veces sus nalgas exquisitas a mi cuerpo o, si estaba ella detrás de mí, podía sentir sus tetitas rozando mi espalda.

Así pasaron un par de semanas y ella sonreía cada que me miraba sin decirme nada,  ella sabía que yo la esperaba y, esa sonrisa me tranquilizaba pues, lo que menos quería es que se molestara por ello, pues ya algunas veces también me tocó ver el rechazo público a roces de otros hombres.

Finalmente llego el día en que desde las escaleras del metro salimos juntos, yo la mire caminar conmigo, solo pude sonreír como tonto, ella me susurró un “hola” y caminamos más despacio hasta la fila, se formó delante de mí, <obviamente> para poderme deleitar con la perfección de sus nalgas.

-¿Ya estoy desnuda en tu mente, o me imaginas de enfermera? –Me dijo muy despacito.

-¿Discúlpame?...

-No te hagas, si bien que noto tus ojos recorriéndome, hasta puedo sentir tu respiración en mi cuello cuando te pegas.

-Lo siento, no quise ofenderte con eso. –Dije con la cara completamente enrojecida.

-¿Sabes que me insulta? Que me llenes de morbo, me hagas sentir escalofríos para luego dejarme ir sin decirme ni una palabra, ni un “hola”, es más, ni una mirada, eres un sádico.

Completamente perplejo, solo mire el verde de sus ojos sintiendo que la cara me ardía de vergüenza, no sabía qué hacer, que decir,  simplemente cerré los ojos con una sonrisa de nervios para mirarla de nuevo con el temple repuesto.

-Hola bonita.

-Hola guapo, entonces si hablas… ya me puedes decir ¿Qué placer te da ser tan sádico?

-No es sadismo corazón, simplemente no me atrevía a hablarte, por una parte porque soy casado, y por otra, por no conocerte, tal vez tu estas casada o tienes novio y ya he visto a algunos hombres que te tocan y los has humillado públicamente, no quise ser uno de ellos, como sabía que algo entre tú y yo era muy poco probable, prefería disfrutar lo que si podía tener, el olor de tu pelo, la cercanía de tu cuerpo, el simple placer de verte.

-Es bueno saberlo, yo que pensaba que solo jugabas conmigo, que sabias lo nerviosa que me ponías y disfrutabas de ello.

Luego de unas cuantas risas comenzamos a subir al camión, no sentamos juntos y seguimos platicando, me confeso que era casada también, me dijo que se llamaba Rosalía pero que sus amigos le dicen Alexis, como la estrella porno, y en efecto, tuene la misma figura que Alexis Texas.

-Con razón me parecía haberte conocido antes. –Le dije con mucho morbo en la mirada. –Soy un admirador del trabajo de Alexis Texas.

-Seguramente me imaginabas gimiendo como ella mientras tú me cogías. –Me volví a sonrojar y la mire sorprendido. -No te hagas David, te digo que podía sentir como me desnudabas con la mirada, como te pegabas a mi culo y exhalabas aire caliente en mi cuello.

Mirándola a los ojos solo pude mover la cabeza afirmando su teoría, ella con mucha calma me tomo de la mano y la puso en su pierna.

-¿Sabes David? Yo también lo imaginaba, sentir por momentos tu cuerpo junto al mío me excitaba, sentirme mirada por ti me llena de morbo, y hasta parecía que a veces escuchaba palabras sucias cuando me soplabas en el cuello, es por eso que digo que eres un sádico, porque me dejabas empapada y con una maldita indiferencia me dejabas ir, sin decir nada, sin mirare siquiera. Y eso me llenaba de rabia a la vez que me ponía más cachonda.

-¿Sabes hermosa? Eso que escuchabas era. –Me pegue a su oído para susurrarle con un vaho caliente. –“a su puta madre, que culo tan rico tienes amor”

Como reflejo, ella apretó mi mano, con una sonrisa deliciosa puso los ojos en blanco y soltó un pequeño gemido, me confeso que ya estaba muy mojada y que quería bajarse conmigo para que yo la agarrara del culo y la pegara a la pared apretándola con mi cuerpo.

Mi verga ya estaba completamente dura y ella por momentos la tocaba poniendo encima mi mochila, me la apretaba y me miraba con los ojos llenos de lujuria, gemía y apretaba las piernas cada que el camión pasaba por un tope, ponía mi mano sobre su coño y yo lo apretaba al sentirlo muy caliente.

Finalmente se paró y me jalo de la mano, nos bajamos unas cuadras antes de la que ella habitualmente baja, corrimos hasta un callejón que tenía unos camiones de mudanza estacionados, como me lo dijo, llegamos y se puso contra la pared, me besaba como puta y me mordía fuerte los labios, yo apretaba por fin  su culo con mis manos y pegaba mi verga a su abdomen, ella gemía delicioso y finalmente me desabrocho el pantalón.

Tomo mi verga ya húmeda y la engulló completa, yo ya estaba demasiado caliente que no tarde mucho en venirme, ella no despego su boca y me corrí completamente en su boca, sentía que la vida se me iba pero ella seguía chupándomela, finalmente se limpió y se colocó junto al camión y se bajó el pantalón.

-Estoy a punto David, no me dejes así.

Me fui como perro a su coño empapado, lo chupaba y me lo comí hasta que unos chorritos me mojaron la cara, ella gemía delicioso al tiempo que sus piernas tambaleaban, luego de besarnos un rato más nos fuimos a tomar otro camión.

 

 Continuará...


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed