Mandarinas sabor pasion. Parte II

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Los miércoles por las mañana siempre en casa se quedaba, yo me perdía la primera hora de clase por verla como desayunaba, le encantaban las mandarinas que despacito las disfrutaba, dándole pequeños mordiscos y yo imaginando que a ella yo se los daba. Por segundos me podía imaginar que sus labios carnosos con los míos se fusionaban. ! Por mí sería hasta la cáscara, para que por lo menos sentir que me tocaba¡. No tardó mucho en darse cuenta de  sentirse observada, las  malditas cortinas venecianas, que compró mi madre que de tanto moverlas ahora me delataban. Bajándose de su coche con ella una tarde me cruzaba, no tenía escapatoria alguna,  yo mudito que quedaba, su sonrisa lo decía todo, se hacía un poco la tonta pero para mi sorpresa le gustaba, donde antes no estaba ahora siempre se mostraba, con ropa cada vez más sexy, y nunca faltaban sus mallas apretadas, grises, azules o negras pero siempre las llevaba, se reía constantemente, posturitas atrevidas, me abría y cerraba las persianas. Un día mi hizo señas para que al portal bajara, me puse mis vans nuevas y mi gorra O'Neill que tanto me gustaban, en el ascensor baje al sótano sin darme cuenta de lo nervioso que estaba, nada más al abrir la puerta,¡ de que vas niño! me dijo, ni con un palo te tocaba, ¡no ves que eres un crio!, yo avergonzado me quedaba, ante mi mirada atónita con  un chico en moto se piraba, lo único que dejo a mi lado fueron las càscaras de mandarina que mientras le esperaba habia pelado.

 


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