La ciudad. Un cuento infantil.

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La ciudad llegó a convertirse en el paradigma de la injusticia social y la corrupción a todos los niveles. Las desigualdades alcanzaron cotas inusitadas; los ricos, entre los que destacaban los banqueros y grandes industriales, eran crecientemente más ricos; y los pobres, que suponían un alto porcentaje de la población, eran crecientemente más pobres. Grandes áreas de la ciudad se convirtieron en pozos de inmundicia y sordidez.

 

Los políticos obraban al dictado de los grandes intereses y además, por su cuenta, se las arreglaban para robar lo que podían al erario público. Todas las reformas que, se decía, eran necesarias para solucionar las distintas crisis, incidían negativamente en las clases mas desfavorecidas. El pueblo se encontraba indefenso. Todos sus esfuerzos resultaban inanes ante el poder establecido.

 

En algún momento, alguien dijo: “Debemos aprender a utilizar el poder del pueblo; un poder inmenso que solo necesita ser adecuadamente canalizado”. Y entonces, de pronto, comenzaron a soplar vientos huracanados de cambio, vientos bien alimentados.

 

Todo empezó hace aproximadamente un año, con unas concentraciones y manifestaciones de jóvenes indignados enla Plazadel Ayuntamiento y zonas aledañas. Al principio, los responsables de la ciudad no les dieron mucha importancia, se mofaban de ellos. “Cuadrillas de pordioseros de extrema izquierda sin ninguna idea seria”, decían.

 

Pero la cosa creció y creció. Más de media ciudad se movilizó de una u otra  manera. Prácticamente nadie estaba de acuerdo con aquel estado de las cosas. Las redes sociales empezaron a echar humo. El sistema no era válido; o mejor dicho, solo era válido para unos pocos.

 

El movimiento continuó haciéndose fuerte. El pueblo se dio cuenta que tenía poder y lo utilizaba. No eran unos cuantos chavales que se sentaban enla Plazadel Ayuntamiento; eran millones de personas que pensaban lo mismo y por primera vez, actuaban coordinadamente.

 

Los responsables municipales y los políticos de los distintos partidos empezaron a reaccionar. Les ofrecieron cambios concretos, ayudas a los más necesitados, incremento de las pensiones, eliminación de determinados impuestos; algún partido se ofreció a llevar su causa adelante en las próximas elecciones... Muchos decían que lo que los indignados pedían era justo. Y cada día eran más. Multitud de calles aledañas al Ayuntamiento se colapsaban.

 

Ellos celebraban asambleas y tenían muy claros, tres principios:

 

-         No iban a apoyar a ningún partido concreto

-         No iban a aceptar cambios parciales. Querían un cambio absoluto del sistema y creían en ello

-         No tenían demasiada prisa.

 

Finalmente los responsables de la ciudad cedieron, aceptaron a sentarse con ellos, a plantear cambios. Se formaron comisiones mixtas en las que estuvieron presentes los distintos agentes sociales, todo el pueblo quería estar presente en ellas, opinar, influir con argumentos.

 

Ha pasado un año y las perspectivas de un cambio global nacido del pueblo están más vivas que nunca. Entre los responsables ha habido numerosas dimisiones, la corrupción está siendo frenada, los cimientos del sistema están siendo revisados, la justicia social es la bandera, la única bandera.

 

Continuara…..


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