Ya lo sé.
El río de la vida
está aquí,
lejos, cerca,
en todas partes,
considerando espacios
en los que latimos
al unísono
y somos esponjas
que comparten misión
y existencia
con concéntricos objetivos
que nos llevan
desde el ambiente fluvial
al océano del caos ordenado.
Es éste el punto de encuentro
que nos junta
como piezas perfectas
dentro de los equívocos
y los fallos humanos
que tanto nos caracterizan.
De veras nos apuntamos
en esa confluencia
a la felicidad,
y tomamos las dosis
que creemos frutos
de la excelencia.
Somos en la dicha
más crucial, en la esencia.
Estimamos
que todo es factible
desde la destreza
de una óptica de posiciones.
Saborearemos, por ende,
la mejor ambrosía:
nos iremos hacia ese mar
que nos hará compartir
las espumas que se esfumaron.
Ahora todo es nuestro,
y, claro, nada lo es.
Juan Tomás Frutos.
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