Denunciar relato
Siempre tuviste un cuerpo de princesa, pudoroso y casto
Pese a tu triste infancia de niña profanada y
Te quedaste en ella enamorada del amor
Porque nunca hubo maldad en ti, ni en tu risa, ni en tu goce ni en tu pena
Cuando un hombre de verdad vio en ti a su amada
Tu corriste a sus brazos de obrero generoso y con el fuiste muy lejos
Donde la maldad tantas veces disfrazada de ternura
No pudiera alcanzarlos. Y llevaste tus muñequitos
Mudos testigos de tanta infamia, y a los que siempre consideraste
Como en un sueño de cristal. Y que no se rompio jamas.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales