asteroide

Hoy mientras en el jardín del centro se expone un mercado de comida y se pasea la gente: los esposos con las esposas, los novios con las novias, todos, eso sí, con sus mejores ropas, mientras saborean los ricos vinos y los exquisitos manjares que hay para comer. Por la noche, por sobre las nubes que están arriba de sus cabezas, arriba en el cielo, entre las estrellas, en el oscuro espacio exterior, por entre los planetas de nuestro sistema solar, se pasea, como las mismas gentes de este jardín, un luminoso y sublime asteroide atravesando la galaxia a miles de kilómetros por hora. Tal vez buscando algún planeta en el cual estrellarse o tal vez solo paseando por los cielos de los planetas haciéndose lucir, alardeando de su belleza. Pero nosotros aquí abajo no lo vemos. Está muy lejos aún, en un lugar fuera del alcance de nuestros más potentes telescopios. Un día quizá nos sorprenda y en nuestro cielo, al atardecer, o al amanecer o tal vez durante otra noche como esta, se deje mirar por nuestros ojos.  O puede ser, que justo en el momento, que su trayectoria coincida con nuestra tierra, un evento inesperado lo desvíe alejándolo para siempre, mandándolo a vagar por el infinito espacio, sin haberlo visto jamás. O puede que crezca en su travesía, es tan grande que fácilmente jalaría a otros asteroides añadiéndolos a su ya inmensa masa y si tiene suerte, un día, podría formarse un nuevo planeta el mismo, o unirse a otro asteroide aún más grande que él y juntos…  

Pero hoy es un explorador de lo inexplorado, un descubridor de mundos, algunos con vida quizá. Pero nadie lo verá hoy, esta nublado. Hoy seguiremos con lo nuestro, como si aquel gigante no existiera, como si no hubiera la probabilidad de que nos impactara. Hoy tan solo comemos y bebemos, y el, el asteroide, seguirá su camino allá en el oscuro y frio espacio exterior. Su camino incierto, su trayectoria no definida. Pero todo es posible en el espacio, donde justo ahora el asteroide se pasea por los cielos de algún planeta distantisimo.