Todo parte en su mirada aunque muchos se fijen en su color de ojos, te pierdes mirando sus labios aunque sería mil veces mejor hacerlo en sus besos, no encuentras la manera de decirle que ansias sus manos acariciando tu piel, te fijas en sus pequeños gestos y aunque lo niegues te gusta hasta cuando te saca de quicios porque es cuando más ganas nacen de lanzarte a sus brazos y no soltarlo.
¿Cómo entregarle todo ese cariño que tenías reservado para cuando él apareciera? Deseas entregarle todo lo que está en tus manos e incluso más pero temes llegar a lo alto y después caer de a poco en el abismo del que estas intentando escapar, quieres saber todo lo que lo compone mentalmente, careces de valentía para decidir qué es lo que quieres realmente a su lado porque aunque lo desees todo no sabes si quiere compartir su mundo contigo.
Acostados en el pasto como si nada fuera a importar lo miras de reojo y observas su perfil, tocas delicadamente sus facciones y a tu mente viene la idea de querer permanecer ahí mucho más tiempo, llega ese anhelo de querer protegerlo de todo lo malo que puede llegar a suceder, lo notas débil pero a la vez él se muestra fuerte siéndole indiferente todo aun sabiendo en lo más profundo que no es así o esa sensación tienes al menos tú.
No tengo nada para defenderme de ti el día que te marches lentamente de mi lado y aunque no lo creas le temo a ese momento por eso te imploro que cuando lo hagas me lo digas con delicadeza porque puedo mostrarme como que no me importa pero me harás trizas sin siquiera notarlo.
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