La carretera a Cuernavaca

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Llego el mes de mayo y con él unos días soleados con mucho calor, en la oficina, a pesar de que tenemos aire acondicionado y ventila con abundante, es imposible sentir que el cuerpo se derrite cuando pasa del medio día. Anteriormente algunos compañeros y yo habíamos pensado en salir a algún lugar a refrescarnos, tal vez un fin de semana o una escapada de un solo día pero jamás habíamos concretado nada.

Aida y Rosaura, las chicas más jóvenes del área sacaron el tema nuevamente, pero esta vez pusimos más empeño y reservamos un fin de semana en Cuernavaca, muchos dijeron que era una buena idea, pero solo ellas dos, Rodolfo y Luisa confirmamos con el dinero del anticipo. Con el cupo tan limitado, resolvimos que un auto era más que suficiente, entonces elegimos llevar mi camioneta para ir cómodos y sobre todo rápido a nuestro destino.

Aida es una chica de 25 años, delgada y al igual que Rosaura, no tienen más que un novio al cual pedirles permiso, Rodolfo ya es un hombre de 48 años, con un cuerpo conservado y atractivo según dicen las féminas, Luisa es también un ejemplo de madurez y con sus 46 años aún tiene una figura espectacular, ambos tienen esposo pero,  al igual que yo, los convencieron de ir sin ellos al menos el primer día, ya el sábado nos alcanzarían por eso luego de salir de trabajar salimos volados para nuestra tarde de relajación.

Los cinco somos tal vez los más desinhibidos de nuestro departamento, todos nos saludamos de beso en la boca y en el trabajo siempre sacamos temas sexuales para hacer ese ambiente de tensión sexual para cachondearnos, Rodolfo siempre abraza de más a las chicas y varias veces me ha tocado abrazarlas a manera de sándwich con él y todos terminamos bien cachondos.

Desde que subimos al carro, el ambiente se sentía muy caliente, una cosa era la broma y otra ya muy diferente el estar frente a la oportunidad real de que algo pasara, tardamos casi cinco minutos en hablar de algo en el carro pues, todos nos mirábamos nerviosos.

Rodolfo viajo en el asiento trasero con Luisa y Rosaura, no perdió la oportunidad de ir en medio y pasados 15 minutos, él y las chicas se iban tocando entre juegos y un montón de risas descaradas. Aida y yo solo mirábamos desde el retrovisor queriendo también participar pero ella no podía voltearse tanto y yo tampoco por ir manejando.

Llegamos a la carretera y la luz fue desapareciendo, nos quedamos en una oscuridad que invitaba a subir el calor, recuerdo que pasaron dos canciones y miraba la cara de Aida iluminada por su celular pero a ambos nos sorprendió que atrás no se escuchara ruido, volteamos y para nuestra sorpresa Rodolfo estaba besándose con Rosaura mientras Luisa besaba también su cuello, en solo un segundo esa imagen nos llenó de degeneración, Aida se quitó el cinturón y se volteó quedando de rodillas en el asiento para también manosear a Rodolfo.

En el punto medio de Tres Marías y Cuajomulco, el calor ya no me dejaba concentrarme, miraba a Aida parando el culo y con la mano derecha le baje el pantalón, ella comenzó a chupar la verga de Rodolfo, mientras Luisa con las tetas de fuera besaba a Rodolfo en la boca y Rosaura tocaba su panochita por encima de la ropa mirando esa escena. Busque un lugar aislado y me estacione junto a unos árboles, desde mi lugar chupaba el culo de Aida y esta gemía con la verga de Rodolfo en la boca, baje del carro y entre al asiento de atrás arrimándolo todo y reclinándolo para tener más espacio, Rodolfo y yo nos acomodamos sentados mientras las demás estaban de frente a nosotros como se pudiera.

De las tres, la que menos participaba era Rosa, entonces fui yo quien la desnudo casi completamente, Rodolfo la tocaba y besaba sus tetas mientras yo me acomode para lamer su panochita depilada y hacerla gritar como loca, Luisa saco sus dotes de puta y mamaba la verga de Rodolfo con maestría, no tardó mucho en escucharse los gemidos toscos del hombre cuando sentía que se estaba viniendo, por un momento pensé que se regaría en mi carro pero contrario a eso, Luisa se tragó completamente sus mocos, todos miramos como Luisa saboreaba cada gota y eso nos llenó de más calor.

Aida chupaba mi verga como puta y con la vagina de Rosaura en la boca tampoco podía aguantar más mi orgasmo, sentí que dos bocas chupaban mi verga y me voltee a ver que luisa también estaba jugando con ella, ver la cara de ambas fue la detonación y con gran placer Luisa también se tragó completamente mi leche, todos estábamos bien calientes, me subí el pantalón y comencé a acelerar para llegar todos a nuestro hotel, en el tramo hasta Cuernavaca ya solo iba yo adelante, mirando como en el asiento de atrás, todas las chicas besaban y chupaban a Rodolfo conteniéndose un poco para el momento de llegar.

Ya casi para entrar la ciudad, me pare un rato y todos nos arreglamos la ropa y el cabello, Aida volvió a sentarse donde estaba con el pantalón mojado de la entrepierna, Luisa y Rosaura ya no tenían ropa interior, sus bragas y sus sostenes yacían en el tablero como ofrenda al camino.

Llegamos al hotel y entramos corriendo a registrarnos, se suponía que eran cuatro habitaciones, una individual por cada matrimonio y una doble para Aida y Rosaura, desde la camioneta habíamos pensado que todos nos quedaríamos en la habitación doble, Aida se adelantó para la recepción y los demás esperaron a que me estacionara correctamente, ya con los ojos llenos de lujuria, caminábamos a la recepción cuando Aida se paró con los ojos asustados.

Su cara era de total impresión y sigilosamente nos hacía señas con las manos para regresar al estacionamiento, Aida había visto a mi esposa y a la de Rodolfo, en seguida me llego el recuerdo de las bragas y sostenes en el tablero del carro, corrí a rociar perfume y a quitar toda seña de nuestro viaje, volvimos a caminar hacia la recepción ya con el ánimo crispado porque nuestros planes se habían arruinado, pasamos antes al sanitario a lavarnos un poco la cara Rodolfo y yo pues, yo aún tenía olor a vagina en mi boca, nos lavamos las manos, y nos comprobamos para no omitir ninguna evidencia.

Bajamos las escaleras del estacionamiento y en la sala de espera estaban mi esposa y la de Rodolfo, caminamos y las saludamos, nos presentamos y luego subimos cada quien a nuestros cuartos, luego de una ducha, mi esposa y yo bajamos al bar y para nuestra sorpresa estaban Aida y Rosaura platicando con dos chicos muy apuestos, tuve que pedir un whiskey doble para calmar el coraje que me arrebataba, ya no había nada que hacer, el tiempo ya había pasado.

 

O al menos eso creíamos…

 


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