Mi corazón latía desperdiciando cada latido. Él, se fue con ella cegado por un sentimiento abstracto. Ella, solo lo quería para pasar el rato, algo que él no era capaz de ver, tan solo lo utilizaba como a todos, aunque este era más tanto. Me dolía, no veas como, cada vez que la tenia delante mi garganta ardía de rabia, de rencor, sabia que estaba jugando con él pero no podía decirle nada porque sino, acabaría perdiéndolo . Cuando le conté la verdad, él me miró y sonrió. Ya lo sabia y la había perdonado algo que me quemaba por dentro. Todos los días me preguntaba como podía ser tan tonto. Cada vez le decía una mentira más absurda que la anterior y él acababa creyéndosela. Estaba tan ciego que me daban ganas de tirarle algo a la cabeza haber si así recapacitaba.
Era sábado noche y yo me encontraba a unos metros de la discoteca, me apetecía caminar, respirar, sentía que ahí dentro me ahogaba. Mi cabeza siempre le daba vueltas a lo mismo. Le daba vueltas a algo que venia hacia mi. Me sonrió y yo le llame tonto. Ambos sabíamos porque lo decía y reímos. Una risa amarga. Le mire a sus preciosos ojos y no pude aguantar más. Le dije todo. Le dije que no me gusta con quien estaba, que lo estaba utilizando que era un imbécil y que abriera los ojos. Él tan sólo negaba, no quería creer nada de lo que le decía.
- CREO QUE ESTAS CON ELLA PORQUE PENSASTES QUE ELLA ERA LA ÚNICA QUE TE HACIA CASO– le grite desde el fondo de mi garganta – estas tan ciego que no eres capaz de ver…..
Él me interrumpió pegando sus suaves y rosados labio a los míos. En ese momento mi mundo se paró y sabia que iba a traer consecuencias, pero esta vez, me daban igual.
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