Pepito, Charo (su prima) y Paco (novio de ésta).
Por Jesús Sieiro
Enviado el 27/06/2018, clasificado en Adultos / eróticos
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Intenta no apercibirse, pone sus cinco sentidos en otra cosa, pero una y otra vez la atención le lleva interesado al otro lado de la mesa. Se da cuenta como su prima cada vez está más entregada. Le da la impresión de que abre las piernas en señal de deseo. Hay un manoseo soterrado entre ella y su novio. Ambos tienen un manifiesto gesto bobalicón.
Empieza a hervirle la sangre, se echa hacia adelante, pone las manos bajo la manta que cubre la larga mesa, siente su virilidad emergente, la roza con los dedos y la respuesta es inmediata.
Los otros dos están muy salidos y no se recatan ante él. Ciertos movimientos ya son manifiestos. No le hacen ni caso, como si no estuviera. Charo, cierra los ojos y tiene como un movimiento rítmico, él sabe lo que es, Paco su novio, también. Con el deseo creciente ambos están perdiendo el control y la compostura.
Tira hacia abajo la cremallera, se baja el slip y suelta al bravucón, está enorme.
Los mira y se hace cargo de que tienen las manos entrelazadas, la de cada uno en la parte contraria, les supone con las piernas abiertas y los dedos metidos en tareas bien distintas. Ella hace gestos con la boca, el otro está concentrado.
Comienza a masajearse y se le pone el mástil en plenitud. Ahora, les comprende mejor, tampoco a él les importa su presencia.
Suena el timbre de la puerta, se quedan los tres quietos, nadie se mueve. Se oye un andar rápido, alguien de la casa atiende la llamada y va a abrir. Luego, se oyen voces, luego pasos, alguien se acerca, la pareja se mueve con resolución, están haciendo volver las cosas a su sitio y, recomponen la imagen. Al entrar el padre de Pepito están casi normalizados. Él también vuelve a ponerla a cubierto pero siente la presión de los slip.
El padre de pepito llama a Paco y se lo lleva, al parecer algo tienen que hacer juntos.
Charo se queda muy nerviosa, está inquieta, se viene a su lado, empieza a hablarle de muchas cosas a la vez, se le roza, todo es como muy descontrolado.
Él, como de forma casual, le pone la mano en la rodilla y ella no se da por enterada.
Los dedos de Pepito, que parecen actuar con vida propia, se mueven con una intención que le supera, el gesto de Charo es taparlos con la manta. Sin decir nada acaba de abrir la veda. Cuando el mozalbete llega al final de la falda la humedad le recibe hablando en presente y pasado. El mástil protesta desairado en su encierro, él tira hacia abajo la cremallera y Charo termina el proceso de liberación.
Un suspiro significativo se le escapa a la joven al sentir el tamaño del emergente. Afuera, hay trajín, están muy ocupados haciendo no sé qué. Las voces les llegan lejanas, se sienten aislados y como fuera de control.
Charo, huele bien, tiene la piel fina, suave, deliciosa y todo esto pone a pepito a tope. Algo surge en la cabeza de ella que se impone a cualquier sentido común, introduce la cabeza bajo la manta y pepito siente, por primera vez, la sensación más gozosa de su vida.
No puede evitar levantar la manta un poquito y contempla extasiado como su prima le lame como si tuviera un delicioso helado entre los labios. Sus dedos se le han ido al mismo sitio, la cosa canta por si misma, un roce más y es ella la que aparta la braguita y le da paso directo. Primero es un dedo, luego dos, pero la situación da para muchos más. Suenan unos nuevos pasos, Charo sabe que no podrían disimular y se mete debajo de la mesa. Pepito recibe a Paco, que llega sofocado, con una sonrisa tonta.
¿ Y Charo?, pregunta el visitante sorprendido al no encontrarla allí. Se fue detrás de ti, suelta Pepito, sorprendiéndose así mismo. Ahhh… Suelta el otro, con cara de pasmarote.Sin mediar más palabra Paco da media vuelta y se va.
- Que listo eres, le dice agradecida Charo, sabiendo que aquello no puede seguir… Al menos hoy.
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