Peperino vivia solo. La soledad y el obscuro silencio, asi como el vacio de su casona, no le causaban temor sino entusiasmo.
Un dia o una noche indefinidos, encontro un pasadizo secreto debajo de la chimenea y que conducia, vericueto tras vericueto, a una pieza subterranea y derruida donde, junto con talismanes, monedas antiguas y viejas armas, habia destacado un Cristo de ojos quemados. Era de madera fina y muy antiguo por lo cual penso venderlo.
Tan pronto lo piensa, los ojos de Cristo se iluminan y se cierra el viejo pasadizo para siempre con una gran viga que se desprende cadenciosamente.
Peperino se arrodilla y pide a su Dios que lo salve, pero es tarde, los ojos de la figura han vuelto a apagarse, y en la obscuridad y el aislamiento no hay nadie. Absolutamente nadie.
Se escucha una gran carcajada que le hace perder hasta el ultimo sentido de si.
Cuando despierta de lo que parecia una larga pesadilla, esta encerrado en un ataud y su madre anciana esta con el y empieza a devorarlo...desgarrarlo... beber su aliento y....no termina, no termina, no tiene fin alguno...la horrenda lucha.
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