Belleza perjudicial 1

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-Mira Borjita campeón, a mi no me metas la maquinilla como la ultima vez…te digo esto Borjita, campeón, porrita mía, porque me salió unas rochitas aquí atrás…un poquito más arriba del cuello…aquí, aquí, en la cabeza, aquí atrás en la parte posterior de la cabeza y mira Borjita ¡uf! Me pegue un susto de muerte, cuando me di cuenta tenia la parte de atrás de la cabeza hinchada con ronchas ensangrentadas y…y yo, claro, no le eché cuenta porque me estaba bebiendo un cubata…bueno iba por el segundo y estaba la mar de bien y no le eché cuenta…mira Borjita, me acosté sin darle mayor importancia y cuando me levante a eso de las cinco de la mañana a mear y me toque la cabeza con los ojos medio cerrados y ¡uy! Qué cosa tan extraña tenia atrás en la cabeza –Hizo una pausa para coger aire y prosiguió con el relato- Llamé a mi señora esposa y fuimos al centro por urgencia ¿sabes? Borjita…y allí me atendió una muchacha muy agradable ¡muy agradable! y lo primero que me pregunto que si era alérgico, y después…inmediatamente después, me hizo otra pregunta ¿sabe? Borjita…como yo no estoy acostumbrado a que me hagan tatas preguntas me asuste. La segunda pregunta que me hizo era que si había ingerido alcohol y…y ay, me quede en blanco, no sabía que contestarle, entonces la medica agradable miró a mi mujer y mi mujer con dos pares le dijo que sí, que había bebido y no solamente le dijo que había bebido, sino también le dijo que me puse como una cuba, refiriéndose a una borrachera…mira Borjita, churra mía, nunca me había pasado algo igual ¡que vergüenza! Por eso churra mía, no me metas esa maldita maquilla nunca jamás, lo entiendes Borjita ¡nunca más! Veo que te estás riendo, te veo por el espejo que tengo en frente Borjita…no tiene gracia, tú sabe lo que me dijo la médica, que tenia foliculitis conocida como AKN. Cuando escuche a la honorable médica hablar de folic…mira Borjita, ya no me sale la palabra, me puse malo del todo. AKN, AKN Borjita, AKN, jamás de los jamases me metas esa granputa maquinilla en mi cabeza ni me la acerque ¿entiendes? -El pobre hombre término medio asfixiado de explicarle al peluquero porque no quería que le metiera la maquinilla. Entonces Almudena llamó a un ladito a Borja y le comento que quería hablar con él. Él acepto y quedaron al día siguiente sábado por la noche en un famosísimo bareto de la ciudad.

Aquel sábado de la cita se levanto sobre las 8:45 de la mañana, rascándose el cachete derecho del culo, se miró con los ojos aun cerrados y tenía una roncha redonda colorada en el culo. Mientras se lavaba la cara, se cagaba en ¡la hostia! <<Que me ha salido aquí>> se decía mirando a la zona afectada. Salió del cuarto de baño y se dirigió hacia su habitación, se fijó que, entre la mesita de noche y el cuadro donde hay un niño chico rubio de rodillas rezando, ahí justo ahí, entre la mesita y el cuadro del niño, se encontraba un hinchado mosquito de patas largas, que visto lo visto, parecía estar tumbado a la bartola. Ella lo miraba, lo miraba con atención, y en un momento dado le dio la sensación que el mosquito le decía <<Eh, zorra, tráeme un cubata y un puro, que estoy muy a gustito aquí>>. Almudena miró fijamente al mosquito hinchado imponente y vio que se quería mover, pero no podía, pasaron cuatro segundos y otra vez tuvo la impresión que le decía <<Zorra, zorra más que zorra>>, entonces Almudena le dio un manotazo y le dijo <<Ya no me llamas más zorra ¡mosquito mamón!>>, y llenó toda la pared de sangre, la habitación parecía una escena de algunas de las novelas de Stephen King. Desayunó, leyó unos cuantos artículos de una revista “Muy Interesante” y se fue a caminar con la intención de pensar y repensar y visualizar la cita que tenia con Borja por la noche de aquel día sábado.

Espectacular como siempre. Almudena iba con pantalones vaqueros ajustados y camisa lisa blanca. Sencilla y risueña, esa humildad genética hacía todavía más que resaltara ese cuerpazo y esa inmaculada cara morena, con esos preciosos dientes blancos. El Bar estaba en bote en bote, llenísimo. Cuando entró Almudena todos miraron, ella se apoyó en la barra. Pidió al camarero que le trajese algo fuerte de beber. Estaba muy nerviosa. Ella confundida se preguntaba si el amor se trataba de este tipo cosas <<Que ridículo, que vulgar si esto es el amor>> se decía interiormente. Ahí estaba entrando por las puertas del bar el famoso y exitoso peluquero Borja. Iba guapo, elegante, con un estupendo traje azul oscuro, con el pelo bien engominado. Saludó a varias personas que se encontraban a ambos lados. Hubo un cuchicheo entre algunas personas que se encontraban mirando en esos momentos. Entonces ya con el ambientes más relajado, Almudena lo miró con calidez e ilusión y le contó con pelos y señales lo que sentía por él. Borja quedo en silencio, con una media sonrisa, Borja le clavó la mirada a Almudena por unos segundos que parecieron ¡Inacabables! Él se acerco con una risa maliciosa, vengativa y grandilocuente, le cogió las manos y le dijo:

-Quien coño te crees que eres – Dijo con una superioridad inusitada.

Ella reaccionó, como ella era; decente, con categoría y saber estar.

-¡Perfecto! Necesitaba decirte lo que sentía…ahora ya sé lo que piensas al respecto – Dijo ella serena pero con tensión, controlando la respiración.

Cuando de repente paso algo que, la gente joven nunca debe permitir. Mientras se alejaba de ella, indecoroso, maleducado, miró hacia la gente que se encontraba allí en el bar y comenzó a chillar de manera descontrolada, orgullosa y a carcajadas, a contar a los allí presente, con una bajeza sin precedente, la intima confesión que humildemente le había hecho Almudena. La mayoría de la gente se reía de ella y alababa al peluquero. Ella avergonzada salió del bar  y se encamino hacia su casa. Sin entender porqué había hecho eso el ¡legañoso infeliz!

Pasaron veinte días del indecente y abominable episodio en el bar. Almudena, salió aquella mañana hacia el colegio en el que trabajaba, cuando llegó, ojeó el periódico local de la ciudad y quedó desolada cuando vio y leyó una noticia que decía: hallado muerto, el peluquero “Borja” en extrañas circunstancias en su domicilio.

Nadie se explicaba el por qué, ni el cómo de lo sucedido. Un muchacho que no bebía, ni se drogaba más bien todo lo contrario, se le conocía por su manera tan exagerada de cuidarse, incluso llegaba al orgullo personal más extremo. Daba la impresión que su conciencia lo había condenado a muerte por el terrible y dantesco escándalo que había protagonizado veinte días antes.


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