Entraste en mis sueños volando con alas de plumas de espuma, que traen las olas rompientes del mar.
Allí ave eras y en tu sobrevuelo abanico inmenso, frondoso subcielo, cubriendo el espacio, pero sin siguiera desvelo causar.
Te vi como piedra, gigante maciza que en mi camino debía sortear, pero al posarme sobre ella, cedió como nube, sin alma de roca, ternura infinita que yo caminante al volver mis ojos, hallé tu mirada desde ese lugar.
Te sentí como el aire, suave invisible llevando a mis células la viuda, la misma que en miles de momentos de vigilia tu sola presencia anima, renueva el ser de cada día.
Te vi en un mendigo pidiendo afecto, reclamo que al verte en tus ojos vi y creo a esta altura te colmo de besos, más esos tus rezos en sueños oí, me saben a urgencia que tiene tu vida de mi presencia en ti.
Despierto. Real es tu imagen, aparto al ave, la piedra, el aire, el mendigo, mensajeros de tu acercarte afanoso sin cercarne ni aosarme sólo el gritar de tu aloma que quiere aprender a amar.
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