A la espera del abrazo
Por Daniel Galoppo
Enviado el 16/07/2018, clasificado en Cuentos
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El sol de esa tarde era raro, con un brillo extraño. Si bien hacía años que lo había visto por última vez, estaba seguro que no era igual que como lo recordaba. La mañana de ese mismo día había sido emocionante. Caminé un largo pasillo cargando únicamente unas pocas prendas sucias, crucé dos rejas y sentí la brisa, esa que recordé durante mis quince años en prisión. La ansiedad me empezó a invadir: sentiría otra vez la luz del sol en la piel, vería todo iluminando en forma natural. Más rejas, y un patio enorme, sin techo, que había visto por última vez cuando me trajeron a cumplir mi condena. Luego, las últimas rejas y la libertad. Los árboles estaban llenos de un verde vivo, intenso, y llenaban de frescura el sendero que salía de la prisión. Tanto llanto, tanto silencio, tanto aislamiento al fin había terminado. Allá, a lo lejos, estaba mi esposa y a su lado mi hijo ya adolescente. Él era alto, flaco y sonriente. Cuando marché a la guerra, en el bando perdedor evidentemente, apenas andaba a pasos graciosos a causa del pañal. Los vi correr hacia mí, felices, con los brazos abiertos y yo también corrí. Después de unos cuantos metros, caí de rodillas, cerré los ojos y extendí los brazos, esperando ese abrazo que tanto necesitaba y que tanto se había demorado. Los segundos eran eternos, lentos y cuando abrí los ojos otra vez los vi frente a mí. Yo seguía de rodillas y el pelotón estaba a apenas cinco metros de distancia. Me apuntaban unos cuantos fusiles gracias a un comandante que no quería prisioneros. A un costado, cuerpos apilados con uniformes similares al mío. Volví a cerrar los ojos, esperando el abrazo. Creo haber oído el grito de “¡Fuego!” y dos o tres estampidos desacompasados. Pero no estoy seguro.
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