Cuando uno es niño no sé si uno es demasiado pelotudo, inocente o es verdad que tiene super poderes que los grandes no logran visualizar. Yo creía que estaba en una constante carrera de la Formula 1 y que al llegar a los pits sólo con el hecho de comer pan tostado con margarina me recargaba de gasolina. Pensaba que al cargar con gasolina mi auto (el auto era yo mismo) podría andar mucho más rápido.
Con los años la inocencia se pierde y el punto de vista es infundado por lo que uno ve en los medios de comunicación o lo que te dice tu padre a la media noche, cuando llega del bar, no hay persona con más conocimiento que el viejo que llega con una caja de vino en una mano y la cajetilla en la otra. Creo que más que el respeto al conocimiento es al poder de sus manos y su rango vocal al gritarte: acuestate pendejo de la conche....
Bueno, a pesar de este daño que les hacen a todos los niños, de perder la inocencia y comenzar a creer en lo que los obligan a creer o en las influencias televisivas y ahora a las de Internet, un día volvieron mis super poderes durante un partido de fútbol sin que yo lo esperara. Ni siquiera fui preparado para jugar, porque llegue como reserva y con bototos de militar, pero justo el jugador del partido se lesionó y sus zapatos eran de la misma medida que yo. Entré a la cancha y eran zapatos magicos que me permitieron hacer seis goles y algunas faltas a los más orgullosos del otro plantel. El equipo ganó y luego de eso no volví a encontrar otros zapatos de fútbol con tales poderes.
Historia tributo a mi amigo Juanjo que murió electrocutado en su casa jugando a la pelota.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales