Sexo de reconciliación... con alguien más.
Por DavidDeSiempre
Enviado el 23/07/2018, clasificado en Adultos / eróticos
14637 visitas
Salgo del bar y la lluvia comienza a hacerse presente, viernes frio en esta loca ciudad y Adrián me invito a tomar unos tragos para celebrar un negocio que le resulto redituable, el ambiente y las chicas invitaban a quedarme un rato mas pero, siendo mitad de semana, estar en Coyoacán ebrio, sería una mala idea. Me despedí de mi amigo que estaba en la mesa con una chica morena que conoció bailando, mi suerte no fue la misma pues, aunque también conocí a una chica hermosa, no pude hacer nada ya que su marido estaba en otra mesa tomando con algunos de sus amigos.
Salí a la calle y pedí mi carro, frente a mí se hallaba la chica que conocí bailando y esperaba también con algunas gotas de lluvia comenzando a caer, llego de pronto un BMW negro con el vidrio abajo, la chica se asomó y con un gesto de repudio volvió y cruzó los brazos, su esposo claramente ebrio le pedía “Damiana súbete”, claramente ella no quería, estaba molesta por verlo así de acelerado, le decía que no y que si él quería chocar que lo hiciera solo, su hombre insistía y el tono de su voz era muy alto utilizando insultos hacia ella.
-Hermano tranquilo. –Le dije. –Si tu esposa no quiere irse contigo, déjala irse en taxi o en uber.
-Tú chinga tu madre, ella es mi esposa y no te importa. Y tú… con una pinche verga ya súbete Damiana.
El rostro de Damiana cambio al de total disgusto y con fuerza pateó la puerta de aquel BMW, le grito que se largara sin ella, el hombre con furia arranco y se fue con la lluvia ya comenzando a tupir.
-¿Estas bien? ¿Necesitas un taxi o algo?
Ella me miró apaciguando su ira, sonrió un poco y movió la cabeza limpiándose una lágrima, la lluvia ya se escuchaba fuerte y mi carro llego frente a ambos, -Te llevo aunque sea a los taxis. –Le dije sin alguna mala intención y ella, con esa misma sonrisa asintió, le abrí la puerta y corrí a meterme también, comencé a conducir por la calle y la primera pregunta que vino a mi mente era de donde dejarla, justo cuando iba a preguntarle su voz invadió el ambiente.
-No puedo creer que sea tan pendejo. Se supone que salimos para pasar una noche a gusto y tiene que salir con sus estupideces.
Si algo he aprendido con los años es a no discutir con una mujer rabiosa, solo la miraba en ocasiones a los ojos y asentía cada que reclamaba por lo idiota que su marido fue, una parte de mi me pedía aprovechar el despecho y otra me concientizaba a escucharla y dejarla junto a algún sitio de taxis.
-Ni siquiera tengo ganas de llegar a mi casa, pensar que ahí va a estar con su cara de idiota sin saber cómo pedirme perdón me causa nauseas.
Algo me decía que el ser un buen amigo no era una opción, en un semáforo me detuve y la mire a los ojos, mi mano paso por su cabello y término en su mentón, ella tomo mi mano con la suya y la pegaba más a su cara. –Si un trago te sirve, yo con gusto te invito uno, al menos tomaras valor para llegar a tu casa.
Ella me sonrió, sin despegar su mirada de la mía se mordió los labios, ese gesto me falto para saber exactamente a donde llevarla, el semáforo en verde me hizo girar a la derecha y acelere hasta un OXXO, baje por un whiskey, un jugo de arándano y unos hielos, arranqué de nuevo y me metí en el primer motel que vi disponible. Nos registramos y subimos a una habitación sencilla, ya desde la escalera mi cuerpo sentía un escalofrió cachondo, llegamos a la habitación y Damiana tomo la botella, la destapó y tomo un sorbo grande directo de ella, me la dio, yo hice lo propio mirando como su semblante cambiaba.
Se hizo una coleta y nuevamente tomo otro chorro de whiskey, se acercó a mí y me beso inundando mi boca con él, me besaba con pasión mientras con sus manos me quitaba la chamarra, también mis manos la desnudaron casi en segundos, echó un poco de whiskey en sus tetas y con lujuria las chupe como loco, haciéndola gemir intensamente, ella me quitaba las últimas prendas y con botella en mano me acariciaba el abdomen, luego la verga y hasta las piernas, también mojo mi verga de alcohol y la chupaba con ganas desbordadas, era una sensación deliciosa sentir el ardor y el calor en su trabajo, en un momento tenía mi verga completamente dura, ella bebía un trago y seguía chupando mi pene engulléndolo hasta el fondo.
Se tiró en la cama jalándome de la nuca, caí sobre ella completamente desnudo, mi verga sentía el calor de su sexo y con destreza ella se la acomodo para que entrara sin batallar, de un solo golpe le empuje mi verga a lo que ella grito arañando mi espalda, nuevamente tomo un sorbo de alcohol y lo mantuvo en su boca, me jalo y la bese nuevamente, el whiskey se desbordaba por su boca y el olor de su cuello empapado me puso más frenético. Me movía dentro de ella cada vez más rápido sin dejaba de chupar y morder sus tetas, sacaba casi por completo mi pene empapado de sus jugos y se lo empujaba todo escuchando como gemía y lo disfrutaba.
Me abrazó con brazos y piernas y comprendí que no debía parar, continué así por un momento más y finalmente un chorro caliente inundo la cama, sus piernas temblaban aunado de una respiración entrecortada, yo sumergí mi pene hasta el fondo y me quedé inerte, sintiendo como su vagina explotaba de placer.
Damiana me miró con intensa satisfacción a los ojos y me beso delicadamente, acariciaba mi nuca y poco a poco sus fuerzas iban menguando, me quede reponiendo el aliento sin mover mi verga del fondo de su ser hasta que ella volvió a mirarme.
-Quiero que me cojas por detrás.
Era la primera vez que me decía algo desde entramos al motel… no podía elegir una mejor frase, la acomode como perita y abrí esas nalgas deliciosas, su culo ya lubricado por el orgasmo anterior me provoco muchas ganas de romperlo, algo me llevó a tomar la botella y tragar un buen chorro de whiskey, me avente otro y se lo escupí en el culo, ella soltó un grito ahogado en placer, tome mi verga y se la metí completamente, ella rasguñaba las sabanas gritando como puta, yo detrás bombeándola fuerte y brusco, sentí que sus gemidos se hacían más agudos, me moví fuerte chocándola en las nalgas para finalmente sentir mi leche venir, ella extasiada también sentía su orgasmo pronto y comenzó a tocarse, revente dentro de su culo y ella igualmente chorreaba sobre la cama gritando muy fuerte.
Me desplomé sobre su espalda y ambos recuperábamos el aliento entre espasmos, no sabía que decirle, las palabras simplemente no llegaban así que, solamente la abracé muy fuerte hasta que se quedó dormida.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales