Centralix (1ª parte)
Por Observadora Silenciosa
Enviado el 23/07/2018, clasificado en Ciencia ficción
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Me llamo Iderna 368, vivo en el precioso Paradix 14 rodeada de mis maravillosas compañeras.
La vida en Paradix 14 siempre ha sido tranquila, segura. Tras sus muros convivimos 67 amigas en total armonía, los días transcurren con tranquilidad mientras disfrutamos de nuestra mutua compañía.
Pero el de hoy no es un día cualquiera, hoy cumplo 22 años y he de acudir a Centralix, la ciudad donde residen nuestras guías a cumplir con mi deber, he de acudir a la Llamada. Nadie me explica en que consiste y en algún momento sentí algo de nerviosismo, pero aleje de mí rápidamente esa sensación. Nada debía temer, La Gran Asamblea, nunca haría nada que no fuera bueno para nosotras.
Tras la reunión de armonía matinal vendrán a buscarme. Somos tres las que acudiremos a la Llamada. Tengo ya preparada la túnica blanca que he de portar para tan importante ocasión y nada más he de llevar conmigo, La Gran Asamblea se encargara de proporcionarme todo lo que necesite durante mi estancia en Centralix.
El vehículo que nos recogió no tenía ventanas, dentro cómodamente sentadas encontramos una docena de hermanas que también acudían a la Llamada desde distintos emplazamientos. El viaje fue largo y no llegamos a nuestro destino hasta el amanecer por lo que no pudimos acceder a él. La ley es muy clara y Centralix ha de permanecer cerrado mientras Luna no nos observe.
Cuando por fin bajamos de nuestro transporte nos sentimos sobrecogidas antes la imagen que se extendía ante nosotras, una gran avenida, blanca, limpia, etérea y al final de la misma La Esfera desde donde La Gran Asamblea nos proporciona paz, amor y confianza. Comenzamos a recorrerla en silencio, sobrecogidas. A ambos lados de la avenida se agrupaban hermanas que ya habían acudido a la Llamada mucho antes que nosotras, nos sonreían y animaban a avanzar sin miedo hacia nuestro destino.
Nos reunimos dentro de La Esfera, sentadas en un círculo de amistad esperamos. Por fin íbamos a descubrir el motivo de la cita. Desde lo más alto comenzó a desplegarse una escalinata y por ella vimos deslizarse lo que parecía una llama, según se aproximaba a nosotras comprobamos que se trataba de una hermosa mujer, vestida con una túnica roja y dorada que centelleaba y al moverse la transformaba en una llama purificadora. Nos explicó que nos íbamos a convertir en madres como ya lo habían sido todas las compañeras que nos habían precedido. No comprendíamos bien a que se refería, no conocíamos a ninguna madre, habíamos vivido siempre rodeadas de amigas, y nos habían enseñado que todas éramos hermanas.
Dos hermanas mayores me acompañaban hasta mi habitación, igual hacían otras tantas con el resto de las hermanas convocadas. No comprendía exactamente qué estaba pasando pero no deje que el miedo se instalara en mí ser. Estaba en La Esfera donde La Gran Asamblea vela por todas nosotras, nada malo puede ocurrirme en tan sagrado lugar.
La habitación es sencilla, solo una cama, un armario y una puerta que daba acceso a un cuarto de baño. Era la primera vez que veía algo así, una ducha para mi sola. En Paradix 14 los baños eran un momento de comunidad, nos reuníamos todas antes de la reunión de armonía matinal y purificábamos nuestros cuerpos antes de purificar nuestras almas. Mis dos acompañantes prepararon dirigentemente todo lo necesario para la purificación corporal, mientras me ayudaban a despojarme de la túnica descubrieron una pequeña marca que tengo en la pierna y extrañadas me preguntaron sobre ella. Les conté como siendo pequeña me subí a un árbol que había junto a mis aposentos intentando atrapar a un pajarillo que tenía por costumbre trinar cuando intentaba realizar mis tareas. Al llegar a la rama donde este tenía el nido y alargar la mano hacia él perdí el equilibrio y caí. No era una gran altura y solamente sufrí aquel pequeño corte que se curó solo. También conté que debí asustar al pajarillo, ya que nunca más volví a verlo.
Ellas se miraron y sin decir ni una palabra abandonaron la habitación. Extrañada de su reacción a los pocos minutos intente ir a buscarlas, pero la puerta estaba cerrada. Me senté en la cama sin saber muy bien que hacer y allí permanecí lo que me parecieron horas sin saber qué hacer.
De repente se abrió la puerta, las dos hermanas estaban nuevamente allí, me hicieron que las acompañara por unos estrechos pasillos hasta que llegamos a unas grandes puertas doradas. Debía esperar a solas que se abrieran. Cuando lo hicieron me encontré ante La Gran Asamblea. No comprendía nada, como era posible que me encontrase delante de esas 11 sabias mujeres, a que se debía tal honor.
Y de repente todo mi mundo se desmorono. Las dos hermanas que me habían acompañado relataron a La Gran Asamblea la historia de mi cicatriz, mientras esperaba en la habitación se había realizado un juicio sobre mi personalidad y los motivos que me hicieron subir a aquel árbol. Y ahora me daban el veredicto. La Gran Asamblea dictamino que mi conducta agresiva hacia el pájaro me hacía no-apta para ser madre de una nueva hermana, que a partir de ese momento no podría participar en reuniones de armonía ni en círculos de amistad, debería vivir en los sótanos de La Esfera con aquellas que como yo habían sido condenadas por su agresividad y tendría que encargarme de que Los Otros se comportasen adecuadamente.
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