La señora Dolores Carnero era la doctora que llevaba el caso de Luis en el psiquiátrico Sábado Perfecto. La doctora mandaba a Sonia cada cierto tiempo informes detallados, en algunos de ellos decía:
(…) El señor Hidalgo es un paciente difícil. Siempre insiste en hacer saber desde el primer día que el único motivo por el cual está en el psiquiátrico era para demostrar de una vez por todas que no sufría ninguna dependencia. No atendía a lo que se le decía y estaba enfadado. Manifestaba una aversión “grande” hacia << las personas con autoridad y gentes prepotentes >>. Habla muy bien, en ocasiones balbucea, pero eso no me deja ver el talento y la personalidad tan definida de Luis Hidalgo. Dice palabras como << intimidación, amenazas, estorbo, inventar >>. Cuando le dije que, me convenciera de que estaba en un perfecto estado mental, me dijo que me mirara con atención en mi interior y me preguntara si no sufría un trastorno paranoide inventado, insistiendo contantemente en alejar la realidad de mi vida. Ahí sentí que Luis era alguien difícil de manipular. Admite haber tenido turbulencias emocionales a cuenta de diversos episodios que ocurrieron a finales del año pasado en la zona en donde vive. No quiso compartir estos episodios conmigo por vergüenza a que yo me mostrara compasiva y divergente, aunque me contó con frivolidad dos de ellos, uno de índole muy personal, a la hora de desarrollar su “ira” –El miedo de un perro subido en el capo de un coche en marcha- Luego me dijo que un muchacho joven había subido al perro en el capo para reírse. Cuando contó el segundo episodio, mostró un “asco” que yo no había visto antes –Gente maleducada que hacen preguntas con el fin último de dañar y perjudicar- Aquí mostró un constructo de sentimientos positivos para dar validez a la injusticia que, según él, se cometió en relación con los episodios vividos.
(…) Su rencor se centra en su tía (residente en el pueblo) y en su madre (no se sabe dónde reside), por varias razones, se siente abandonado y traicionado. Esto ha producido una “frialdad” hacia ambas que “necesita espacio para recuperarse”. Describe la marcha de su madre “sin solución”, se fue cuando más falta me hacía, dice, mostrando incomprensión. Unas palabras “sin solución” que muestra el pesimismo y lo poco que cree en la vida, e indica las dificultades de empezar una nueva vida estando rehabilitado. Habla de su infancia con cariño, y lo llama “mi bendita inocencia”, al tiempo que culpa a su tía de llamarlo “ese enfermo drogata”, exponiéndolo, dice, a una enfermedad planeada. Mantenía un normal vínculo con su padre, con el que hablaba regularmente por teléfono, y que era su único interlocutor, pero todo se rompió cuando él le mando una carta que decía: se te nota que estás enfadado. Tiene la esperanza de que nadie sea tan osado como para creer que me conoces. Y estás asustado, tiene pánico, porque no soy tan osado, aunque lo aparente a primera vista. Se te nota en la voz que está harto, cansado y quemado de mi persona. Por eso no puede ni valorarme. Elucubra y piensa más de lo que deja emanar por esa chica cabeza. Pero ahora no puedes dejar salir los demonios, porque el hastió no te deja. Miras la televisión sin ver, mientras piensa. Intenta distraerte complaciéndote que tienes la razón en todo. No escuchas, no te da la real gana de cambiar de posición. Te gustaría explicar y desarrollar las cosas, pero no puedes y eso te revienta. Estás orgulloso de ti mismo. Te gustaría encontrarte. Se está buscando. Te dan coraje las cosas. El corazón te avisa. Fin…termino, que me está empezando a doler la caja (cabeza)…adiós.
(…) Le aconsejé como forjar alianzas, sobre todo con su familia. Pero esto no le sienta bien <<Que te piensas que soy un antipático invaluable>> decía. Esto le acarrea una serie de asuntos difíciles de solucionar; aversión a que le toquen la cabeza, sentimientos de inseguridad cuando alguien le habla muy bajito (si le hablan al oído y bajito, llega a las manos), obsesión con lavarse las manos, rechazo “grande” a ciertos sonidos como, por ejemplo; timbres, portazos, el acento forzado de las personas, porrazos en las paredes a la hora de comer.
(…) Estuvo de acurdo en que podía mejorar respecto a la relación con su familia, pero no deja de insistir en que su vida acabará mañana si él fuerza otro enfrentamiento con su familia <<Me dejaran morir>> dice. No es eso lo que quiere. Rechazó mi oferta de realizar una reunión o sesión conjunta con su familia, pues cree que ninguno de ellos serian capaces de hablar con honestidad sin que ello resultara en una separación o desconexión inmediata y de por vida. En estos momentos los sentimientos hacia su familia son confusos. A pesar de su “gran” resentimiento, perece conservar un estrecho vínculo con su tía, y cree que su superioridad es debido a la inconsciente vanidad y considero personal, que bajo un yugo ficticio no le deja ver. Sin embargo pretende castigarse por sus pecados de “soberbia” e “ira”.
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