Denunciar relato
Se instaló el otoño; tomó los pinceles e inició la tarea de teñir el verde en nuevo oro.
Los árboles se prestan, mutan al antojo de los pinceles; no así los tilos, los abedules que cuidan sus verdes hojas de caer en el olvido.
Doradas, rojas, amarillas. Van dejando las ramas y quedando por doquier llevadas por la brisa.
Montículos de hojas inertes, de un variopinto aspecto; alfombras hechas sin molde; pensar difícil resulta que aunen belleza y muerte.
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