Denunciar relato
Hoy estábamos en el banco, enfrente de una de las villas, en el camino que llevaba al convento. Se nos acercó una señora que salía de la villa y se ofreció a darme un poco de agua. “Es del grifo, pero está fresquita”, nos dijo. Al poco rato, apareció la señora con la botella de agua. Estaba fresquita, tenía razón la señora y riquísima. Con la ayuda de mi hija, bebí la mitad. Me sentó de maravilla. Me quedé dormida. Cuando desperté ya estaba en el claustro. Mi hija me acercó a la habitación. Me acostaron enseguida. Estaba agotada y no había hecho nada....... Mi cuerpo no estaba para muchos ajetreos. Este verano, aunque no hace muchisimo calor, me estaba afectando. Demasiados cambios de tiempo y de otras cosas......
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