Inusual cortejo, con palabras nada magras, de pasión cargadas, clamaba él sus deseos, bordaba ella ilusión sin edad.
Frases insistentes venían, de concreciones urgentes hablaban, frases reticentes iban, en franca contradicción dilatando la tentación de nadar en esas aguas.
Madura inocencia la de ella, que probarse quiso; encerrada en su mundo de besos, caricias por tiempo olvidado, en puerto seguro anclada, cual virginal sirena a la mar se hizo.
Sorprendido fue el cazador... cazado?
Qué bien jugaba ella su innato rol de amante, entregada con gusto a un intercambio que jamás habría propuesto.
Dos historias, ella libre y sola, él no tanto, pero el encuentro es desde adentro y como en telaraña, despacito en un rincón el amor se va tejiendo.
Cuánto ecierra la medida de un "te quiero", ¿es mayor que la de "todo será un lío"?; ¿se podrá maniobrar sin dolor, ahí donde los sentimientos se amalgaman con los sentidos?
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