Denunciar relato
Cabalgas desnuda por la solitaria playa, al borde de la mar.
Tu goce es infinito porque mezcla lo tuyo con el sudor del animal.
Tus largos cabellos ondean al viento,
mientras tus muslos ritmicamente oprimen el dorso del corcel.
No puedes evitar reir y a la par llorar de dicha y libertad.
Jadeante te detienes al fin a la vera de una abandonada cabaña.
Desmontas de un brinco, y corres a la luz de la luna llena
hasta el camastro donde El
anhelante te aguarda, con su virilidad encendida.
Y vuelves a galopar, otra vez, y de nuevo...
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