UN ERROR COSMICO 2
Por franciscomiralles
Enviado el 11/08/2018, clasificado en Ciencia ficción
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"-Me llamo Manuel Garrido. Y aunque ahora viva en Barcelona, yo soy hijo de un pueblo llamado
Gerena, que se encuentra a treinta kilómetros al noreste de Sevilla. Y recuerdo que en en el año
1973 me hallaba yo en un cortijo que es una llanura repleta de cultivo junto a otros tantos
trabajadores llamado "El Esparragal", cuando inesperadamente, ya de madrugada, vimos de
lejos un foco de luz blanca que bjaba por la lona. Y nos pareció que era demasiada luz para
que fueran los focos de un coche, y también descartamos que fuese un avión. Entonces, el
foco de luz se nos fue acercando cada vez más y se hizo tan baja que pudimos distinguir con
toda claridad que estábamos ante un enorme objeto redondo volador parecido a un plato al
revés, que a medida que iba descendiendo, poco le faltó para que estuviese a punto de
aplastar a algunos de los trabajadores del cortijo. Poco después, dicho objeto se alejó de
aquella zona produciendo un gran ruido, envolviéndonos a todos en una especie de niebla
blanca que cubría un cielo despejado lleno de estrellas. Y si creen que miento, que me quede
ciego ahora mismo".
En aquellos días José Luis ganó un poco de popularidad; aunque a decir verdad ni sus viejos
amigos. ni su familia se lo tomaban demasiado en serio. En el fondo pensaban que era un
visionario que se agarraba al mito ufológico para tener algo en que creer.
No obstante una tarde cualquiera en que el oficinista se metió en un bar en el que sonaba
una melódica música para tomar una copa, entabló en contacto con una mujer morena, de una
mirada penetrante, llamada Bea.
Enseguida José Luis pensó que había hecho una conquista femenina y ambos se refugiaron
en un reservado. Cuando estuvieron a solas Bea, con una mirada metálica le espetó:
-¿Por qué no has hecho caso de las recomendaciones que te dio aquel día el militar?
- ¿Cómo sabes quien soy yo? - se sobresaltó él.
- Tú hubieses podido ser un colaborador de nuestra Causa, y en cambio ahora no eres más
que un pobre visionario sin ningún valor.
- Explícate.
- Nosotros vamos a reconstruir la unificación universal, porque todos estamos regidos por
las mismas leyes del Cosmos - dijo ella-. Sí, cuando se formó la Tierra y otros planetas aquí
llovieron unos meteoros que contenían unos microorganismos, los cuales mediante el dióxono
de carbono en combinación con los rayos infrarrojos del sol dieron lugar a las proteínas que
son la base de la vida. Hasta que a través del tiempo y de muchas mutaciones biológicas
llegaron los animales de los que se derivó la especie humana. Pero hace unos miles de años
que ésta creo una avanzada civilización con la mala fortuna de que pese a sus logros
científicos de aquel tiempo el lado emocional de esta Humanidad no había evolucionado lo
suficiente, por lo que alimentó tal engreimiento que dieron al traste con su cultura. Mas
asimismo esto coincidió con una catrástofe volcánica con efectos radioactivos que terminó
por arrasar a una gran parte de aquella Humanidad, tras la cual sólo se salvaron algunas
ínfimas criaturas. Porque ya sabes, un día los últimos serán los primeros. Y creeme, quien
no se adapte al concepto de nuestra comunidad, serán eliminados sin piedad.
José Luis la escuchaba un tanto divertido. Le daba la sensación de que aquella extraña mujer
le tomaba el pelo.
- No me mires así - dijo ella de pronto-. Soy una embajadora de otro planeta.
- ¡Anda ya nena!
Seguidamente Bea en un revelador silencio se irguió ante aquel hombre, se desenfundó un
guante de su rígida mano derecha, y depositó su pata negra y peluda de hormiga gigante que
se había metamorfeado en una mujer para poder pasar desapercibida entre los humanos.
Mientras tanto José Luis salió corriendo de aquel establecimiento.
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