Un violento asalto se produjo en avenida Corrientes; un delincuente, buscaba costear su dosis de heroína, atacó a una pareja, el hombre sacó una navaja y lo apuñaló en el estómago. Para su salud, un doctor fue testigo del incidente y realizó las atenciones correspondientes haciendo honor a su profesionalidad y ética médica. Llamó a una ambulancia. Algunos curiosos y testigos del ataque, no podían evitar expresar su ira y frustración contra una escoria social, según ellos.
El médico no necesitaba opiniones, necesitaba concentración, ignoró cualquier comentario desagradable y acompaño al joven herido, en la ambulancia, pues quería salvar la vida de un ser humano.
El joven se recuperó y el tiempo que pasó en el hospital, fue suficiente para experimentar el terrible síndrome de abstinencia, aunque legalmente, el hospital estaba obligado a dar parte a la policía, el joven se escapó.
El hospital no tuvo más remedio que informar esto a los medios, quienes cubrieron el atroz asalto desde el comienzo. El doctor con esperanza, decidió defender a una ser humano enfermo, decidió apelar a su lado más humano y solidario con alguien que era continuamente rechazado por la sociedad.
Unos días después, los noticieros informaron nuevamente un terrible y brutal ataque, perpetrado por el mismo hombre, esta vez, una joven fue asesinada para robarle, era la hija del doctor.
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