Lloro. Siento presión en el pecho. Me falta el aire. Brotan gotas saladas de mis ojos. Pero me miro y no tengo ninguna herida en el cuerpo. ¿Qué ocurre? Siento una presión tan insoportable en el pecho, quiero sacarla,, pero cuanto más lloro, más presión siento. No me importaría nada si viniera la muerte ahora y me llevara. No se cómo solucionar esto pero duele tanto que no creo que exista algo peor en el mundo. Este dolor desgarra por dentro y no puedo pararlo. Mantengo la mirada perdida, la cara hinchada de llorar. Casi no puedo ni respirar. Algo tengo que hacer para calmar este dolor.
Empiezo a mover mis brazos buscando algo pero sin saber el qué. De repente noto un filo que me corta el dedo. Resulta que me ha sacado aire de los pulmones la impresión de cortar unos centímetros mi dedo meñique. Inexplicablemente resulta placentero dentro de éste círculo tan negro y sin salida en el que me encuentro.
Está mal. Pero necesito algo que me haga sentir, sea lo que sea. La tomo por los dedos y la llevo a mi brazo. Cierro los ojos y la rozo contra mi brazo. Es inexplicable. Logro sentir placer dentro de esta espiral. No pienso en nada más mientras estoy rasgando con pequeños cortes mi brazo izquierdo. Alivia aunque momentáneamente.
Sangro un poco de las heridas, caen gotitas. Suenan como cristales rotos al tocar la superficie del suelo. He logrado abrir algo en mi para que pueda salir parte del dolor.
Cuando llevas tanto tiempo así, resulta adictivo aunque no lo sientas, que la sangre sigue circulando dentro de este cuerpo.
Poco a poco voy llenandome de cicatrices, que si no me curan el alma, alivian mi ansiedad. Aunque sea momentáneamente. Quizás algún día sea capaz de dar el gran paso.
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