En estos momentos estoy frente a la pantalla, con el ánimo de escribir.
Siento cómo mi interior se abre ante lo que en mí se agita, lo que he vivido, me ha impresionado o simplemente desea salir.
¿Podría ser expresar lo que me transmiten los demás y aprendo? ¿Podría ser una mirada fugaz en la que me fijé en el tranvía?... ¿O tal vez las impresiones imaginarias de un momento soñado? Podrían ser tantas cosas ¿verdad?.
Muchas veces nos olvidamos que en los detalles, en las pequeñas cosas de la vida es donde se encuentran los gérmenes de las mejores cosas.
Pasamos de largo ante ellas, nos distanciamos mientras nos abstraemos con pensamientos sin solución; queriendo resolver lo irresoluble.
Mas… ¿por dónde empezar?. O ¿es que tiene que haber siempre un empezar? ¿Un punto donde definimos el camino que va a tomar este momento de arte y expresión fluida?.
No, no siempre.
Somos mil aspectos, pétalos que conforman el total de la flor, colores múltiples y hasta opuestos, formas variadas que dan a esta flor su presencia… mas como siempre, donde está lo mejor de ella es en lo que a simple vista no se aprecia, bajo la capa de polen se encuentra en lo más profundo de ésta el verdadero tesoro, lo más hermoso y dulce de ella.
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