Cómo descansar la mente, de tanto flagelo, de tanta penuria, permanente riesgo para una vida sana; hay muchos que aumentan sus ávidas arcas, poniéndole voz a toda desgracia.
De rosas y estrellas rodeados estamos, trinos y aromas los sentidos halagan; hábitos de no prestar atención, ni sentirse atraídos, tan acostumbrados estamos a lo conocido.
Procesos perfectos de vida ininterrumpidos, armoniosa secuencia de la madre naturaleza, que damos por hecho día tras día, con confianza; al fin como madre, ella nunca se atrasa.
La comida en nuestra mesa, cuánto hay detrás de ello, tierras fértiles, buenos climas, manos laboriosas y lo que no es poco, haberla podido tener, sabiendo como sabemos que en muchos hogares falta.
Árboles enormes o débiles resistiendo silenciosos, balanceándose al compás del viento, cuando no agredidos por el mismo hombre, siguen dándonos sombra y oxígeno.
Las noches, puntuales, proveedoras de descanso, sosiego. Seguidas por las horas claras, para intentar lo pensado, planeado, soñado antes del amanecer.
¿Cómo sería nustra vida sin este escenario? De sólo pensar que además de vivirla, menester sería tener que crearlo, cuánto tiempo podría faltarnos, de miles de insanos pensamientos librados y más consciente enfoque, reeducada la humana mente, en otros asuntos estaría aplicada.
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