Nadie quiere ser viejo II

Por
Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
961 visitas

Marcar como relato favorito

Se daba la curiosa ironía de que a pesar de que la persona de más edad cronológica de la casa era su padre, que contaba ya con 125 años, biológicamente era el menor, puesto que se había podido permitir inyectarse casi desde su aparición el CellKa-4, y en realidad tenía 63. De vez en cuando, a modo de limosna, les había pagado algunos estuches anuales de dosis de CellKa-4 a su mujer y a su hijo, sucediendo esto cada vez más esporádicamente, aunque con su mujer siempre fue un poco más generoso y le regalaba algún estuche de más a escondidas de Ignacio. De esta manera, su mujer, que contaba con 123, había “conseguido” algunos años y biológicamente tenía 98, y el pobre Ignacio, que era el más joven con 97, apenas había podido restarse algunos años y biológicamente era de 90 años.

Los Laboratorios CellKa habían perdido el control de sus creaciones: el CellKa-3 y su obra maestra, el CellKa-4, y sólo recibían un pequeño porcentaje de los beneficios. El CellKa-4 había sido creado sin solicitar permisos y los ensayos clínicos habían sido clandestinos, de manera que tenían una deuda que los mantendrían atados de por vida. Pero la situación se había estabilizado y contra todo pronóstico se había logrado una especie de “equilibrio” mundial.

La gente había aceptado que solo unos pocos pudieran parar el envejecimiento gracias a su poder adquisitivo, e incluso el tener que someterse a una esterilización forzada, pero a cambio se había terminado por siempre más con las enfermedades, y sabían que tenían ante sí una larga vida de 140 años, e incluso si las cosas les iban bien se podrían permitir de vez en cuando algunas dosis de CellKa-4 o, si iban especialmente bien, alguna fecundación in vitro.

Se habían desmantelado la mayoría de hospitales y clínicas y sólo quedaban algunos para los casos de accidentes y para los tratamientos in vitro.

Así pues, todo este ahorro sanitario se había podido derivar en el pago de un subsidio básico que permitía, además de una vida sin enfermedades, una existencia ociosa, puesto que también era gratuito el acceso a estudios, deportes y todo tipo de entretenimientos.

Este “equilibrio” después del cataclismo que supuso la aparición del CellKa-4, y viendo que había aportado más ventajas que inconvenientes, relajó un tanto las leyes y se le empezó a dar más libertad a los laboratorios.

En esta ocasión los Laboratorios CellKa solicitaron todos los permisos y pasaron por todos los comités éticos necesarios, perfeccionando su obra maestra, y creando así el CellKa-5. Esta vez no habían tenido que empeorar su maravilloso producto, sino que lo habían mejorado hasta la perfección. El CellKa-5 no sólo te libraba de las enfermedades y paraba el envejecimiento, sino que además te rejuvenecía, y todo esto en un tiempo bastante rápido, puesto que un año de administración te rejuvenecía 10. Habían descubierto el gen de la medusa Turritopsis nutrícula que convertía a las células especializadas en células madre nuevamente, el gen N-Mad. Los que no se habían podido aplicar el CellKa-4 aún estaban a tiempo de volver a ser jóvenes con el CellKa-5.

Ignacio ya notaba que le empezaban a fallar las piernas. A pesar de su buena salud, 90 años biológicos eran muchos, y su padre ya no le daba ni un inyectable de CellKa-4 por su cumpleaños, mientras que él aún estaba fuerte y era el “chaval” de la casa a sus 63 años biológicos.

Su madre ya iba en silla de ruedas y aunque sabía que las salidas de su marido a sus “tertulias literarias” eran en realidad visitas a prostíbulos, se sentía dichosa de seguir siendo la esposa oficial y simulaba desconocer las infidelidades de su marido.

Ignacio había pensado en el suicidio muchas veces, pero cuando aquella mañana encendió el televisor creyó que aún le quedaba una oportunidad.

Los Laboratorios CellKa anunciaban a bombo y platillo su maravilloso CellKa-5.

Como las defunciones antes de los 140 años resultaban muy raras, y siempre eran producto de accidentes, estos se investigaban en profundidad, ya que había habido muchos asesinatos encubiertos en siniestros para cobrar herencias, robos o para aligerar las listas para hacerse una fecundación in vitro. Y si se descubría al autor de algún homicidio, se le aplicaba la pena de muerte sin contemplaciones.

Su padre acababa de llegar de una de sus “tertulias” acompañado de una de las “tertulianas” (cada vez era más descarado en sus escarceos), mientras su madre se escondía en el fondo del salón, avergonzada por su vejez y su silla de ruedas. Entonces el padre se quedó fascinado viendo la televisión y escuchando como los laboratorios CellKa exponían su nuevo y fabuloso producto a los espectadores.

En aquel momento Ignacio se lo quedó mirando y decidió que debía matarlo y que había que hacerlo ya, cuando aún tenía fuerzas, pues sabía que su padre se compraría de inmediato el CellKa-5 y no quería ver aquel espectáculo de su progenitor retornando a los 25 años y llenando la casa de mujeres mientras él y su madre se escondían en el rincón más oscuro de la casa, eso si no los echaba a la calle.

Si lo mataba, él y su madre podrían volver a “vivir”, y vendiendo las propiedades de su padre se podrían administrar bastantes años de CellKa-5, por lo menos 5 para cada uno, y retornar a los 40 años.

Le estuvo dando vueltas sobre cómo debía ser la muerte de su padre. Tenía que ser y parecer un accidente, eso estaba claro. No le diría nada a su madre para no hacerla sufrir, aunque estaba convencido de que lo apoyaría y agradecería que la liberara de semejante monstruo, después de todo era su madre y lo había aguantado todo por él, por su adorado hijo, para que tuviera una vida cómoda y sin estrecheces.

Al final decidió que lo mejor era lo más típico, resbalón en la bañera y golpe en la nuca. Le golpearía mientras se duchaba y luego simularía que se había resbalado.

Aquella mañana Miguel se había levantado temprano y estaba muy alegre. Iría a vender 3 de sus propiedades, pues estaba impaciente por comprarse el CellKa-5. Por fin volvería a ser joven. Se metió en la ducha y abrió el grifo para disfrutar de aquel potente chorro de agua.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed