ÓRDENES QUE COMPROMETEN

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Mi jefa es muy exigente en cuanto a pulcritud y yo pocas son las veces que lleno sus expectativas. Cada vez que me amenaza pienso que estoy en el lugar equivocado. Ella es Zoe que aparte de todo conserva un rostro de mujer joven y cuando está de buen humor todos sus ayudantes nos desvivimos por ella, o por lo menos, es lo que yo pienso. Pero las veces que la he visto de buen humor son tantas como que una de cada… Es mi jefa, y cuando me dice cosas que me incomodan pues no me queda más que oírlas.

Un día toco la puerta de su oficina y me dijo:
–– ¿Qué me vienes a pedir Hans? No sabía qué responder así que insistí
–– Señora Lawson si me permite por favor hablar con usted.
Me hizo entrar y ahí estuvimos un buen rato. Ella fue la que habló en realidad, yo no sabía ni qué agregar a todo lo que ella me decía. Cuando yo pensé que ya podía salir del cubículo me repitió la pregunta que para mí no tenía sentido alguno: "¿qué me vienes a pedir? " Pero esta vez me lo dijo dejando que su mano izquierda se deslizara por mi cabello y espalda. Sonreí y dejé que mi nano también hiciera lo propio hasta llegar poco más arriba de su cadera. Me daba miedo ir más abajo porque si Zoe llega a malhumorarse se acabará el rato de descanso.

–– Te noto nervioso Hans y después de todo lo que te he dicho pienso que tú también deberías aclararme cosas. Pero eso sí sin propasarte.
–– Esta bien señora Lawson, le diré que usted es muy bella y que me siento agradecido de usted.

Si bien es cierto que me dijo claramente que no quería que yo me propasara, no es menos cierto que mi inquieta mano llegó hasta la separación que hay entre sus nalgas sin que eso produjera una reacción violenta por parte de Zoe. Entonces agregué "ahora pienso que somos amigos más cercanos, señora Lawson". Mi mano siguió ahí presionando sobre esa falda mientras mi dedo sentía la curiosidad de pasar un poco más adentro. Ella volvió a pronunciar su pregunta al tiempo que su vientre se ondeaba hacia atrás y hacia adelante. "Hans sigues sin decirme qué me vienes a pedir." En ese momento toda la oficina se llenó de una atmósfera muy rara, al punto que yo me estaba sofocando del calor. Cuando ella lo notó pasó su mano por mi pecho y pelvis y la introdujo dentro de mi pantalón. Me dijo que no sabía que yo lo tenía tan largo y tan grueso.

Lo que más me llamó la atención es que una oficina en la que no pasa un segundo sin sonar el teléfono, que a cada rato entra alguien sin previo aviso, que cada vez tenía que decirle algo a la señora Lawson debía esperar un buen rato hasta que por fin se dispusiera a oírme. ¿Cómo es que ha dado tiempo a que hablemos, nos abracemos y nos estrechemos así tan tranquilamente sin que por ahí no se asome nadie? Pero eso pasó, mi intrigado tubo perforó a Zoe que estaba bien caliente, por cierto, se lo metí todito a la vez que ella se quedaba sin respiración. Con un notable esfuerzo tomó un poco de aire y dijo:

–– Hans tienes demasiada fuerza y me estás echando algo que … ¡aahh! Es caliente y … ¡aaahh! ¡aahh! eso me quema, me… ¡aahh! ¡aahhyysshh! ¡aaayyy!...
–– Aguante Zoe que cuando me provocan soy una pesadilla.
Le contesté yo dispuesto a darle hasta que no tuviera más que darle. Cuando terminamos ya era de noche, mi guardia había terminado hacía un rato y yo lo que quería era seguir ahí con esa modelo al lado haciéndome feliz después de tantos momentos de humillación. Me besó en la boca con esos labios carnosos y dulces. Me prometió que nunca más me volvería a reprochar mi trabajo quedara como quedara. Y tocándomelo una vez más me dijo: "Y para la próxima vez por favor contrólalo, es demasiado para mí".


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