Desolación
Por Observadora Silenciosa
Enviado el 13/09/2018, clasificado en Ciencia ficción
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La recta e infinita carretera se extendía ante sus ojos. Alrededor todo era desolación, tierras yermas, un cielo plomizo y un extraño olor. ¿Qué había pasado?¿Donde se encontraba?
Avanza por el desierto paisaje sin saber hacia dónde se dirigía, pero algo hacia que no pudiera parar. Cuanto tiempo llevaba allí, ¿horas?, ¿días?, ¿semanas? Tenía la impresión de llevar toda una vida en esa misma carretera.
Solo se escucha el sonido de sus pasos, pequeñas volutas de polvo se elevan con cada pisada. Nada ni nadie perturba la magnitud de la soledad que se extiende ante sus ojos.
De repente un sordo murmullo, metálico, lejano, procedente de todas las direcciones hizo que se detuviera.
El extraño sonido parecía acercarse, si bien no aumentaba su volumen, parecía acelerarse.
Un escalofrió recorrió su cuerpo, todo aquello parecía conocido, pero no conseguía identificarlo.
Cayó al suelo, sus músculos se agarrotaban mientras el sonido se volvía cada vez más rápido, más aterrador, un susurro metálico que penetraba en cada célula de su cuerpo.
Y de repente silencio. El silencio más ensordecedor .
Y el olor, aquel extraño olor comenzó a intensificarse, casi podía tocarse.
Pasaban los minutos y seguía siendo incapaz de moverse mientras el olor impregnaba el paisaje.
Nuevamente el sonido, más intenso, aterrador. Sonido, olor, olor, sonido. Tan extraños y tan familiares a la vez.
El paisaje se va difuminando mientras sus ojos se cerraban, caía en un sopor aterrador pero sereno. Paz y terror.
Luz, fría, mortecina. Donde se encontraba, la carretera había desaparecido, un suelo metálico, frio, extraño la había sustituido. La desolación del paisaje continuaba ante sus ojos, pero no era exactamente la misma, todo parecía lejano, avanzaba y el paisaje se alejaba.
Pasos, murmullos, extrañas voces irreconocibles. De donde provienen. El paisaje comienza a titilar, poco a poco gira en torno suyo acelerando poco a poco el giro hasta transformarse en vorágine. El suelo vibraba con fuerza.
Luz, frio, blancura. Era incapaz de moverse. Su cuerpo no era ya suyo. Nuevamente las voces. Picazón, pinchazos, hormigueo.
OSCURIDAD
La recta e infinita carretera se extendía ante sus ojos. Alrededor todo era desolación, tierras yermas, un cielo plomizo y un extraño olor. ¿Qué había pasado?¿Donde se encontraba? Tenía la impresión de llevar toda una vida en esa misma carretera.
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