Nos llama el día
con una visión generosa.
Hemos de verla
y percibir el milagro
de una libertad
que nos promete estancias
hermosas y sencillas,
donde somos nosotros mismos.
Comunicamos una perspectiva perfecta
que nos hace seguir
como si todo tuviera un sentido
real y convencido
de que las opciones
son muchas, las que queramos,
en un universo que grita
ante las adversidades y las injusticias.
Vamos estupendamente.
Sigue la cita pendiente,
cada jornada en pos de una creencia.
Somos con quietud,
en la danza que nos conduce
por un mar de buenas sensaciones.
Consumimos esas energías
que nos destacan
y colocan de nuevo en el equilibrio
que nos propone qué hacer.
Nos enviamos a la certidumbre
que nos permite aterrizar
donde los hechos tienen sentido.
Es un ahora cargado de hechos.
Hemos aprendido del pasado.
El presente nos ennoblece.
Queremos seguir.
Nos juntamos con pacientes dichas
que nos preparan con ímpetu
para lo que volverá.
La existencia se colma
de algunos experimentos
que son expresiones de ternura
con las que nos aupamos
a un mañana querido, amable.
Nos justificamos poco a poco.
Descubramos y despertemos
incluso con aquello que parece repetido.
Nos amamos más
de lo que parece, más, mucho más.
Contestemos las preguntas
antes de que sea tarde.
La sorpresa es vida,
fundamentalmente la positiva.
Juan Tomás Frutos.
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