Gafas de culo de botella

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Yo trabajaba en una tienda de alimentación de calle y venía a comprar gentuza muy variopinta. Recuerdo una pareja de maduritos que regentaba la administración de lotería de esa misma calle. Él era un gordo flácido y lechoso que andaba siempre con prisas. Ella era una rubia rellenita con cara de retrasada y gafas de culo de botella. La primera vez que la vi pensé realmente que tenía un retraso mental. Casi siempre venía el a comprar pero un día vino ella. Cuando terminó de comprar le di las bolsas y las dejó en el suelo para pagar. Cuando se agachó a recogerlas el paraíso vino a mi en la tierra. Le pude ver las tetas. Eran preciosas. Eran unas grandes y perfectas tetazas. Se me puso dura en el momento. 

Una tarde fui a comprar lotería y estaba ella atendiendo. Sus perfectas tetas desviaban la atención de su fea cara. Le hacía parecer guapa. Cuando llegó mi turno y después de la transacción comercial no pude evitar decirle:

Tiene usted unas tetas preciosas - 

Después de ese día empezó a venir ella más a la tienda y menos el asqueroso marido. 

Un día le dijo a mi encargado que si le podíamos llevar la compra a casa. Ella sabía que me encomendarían a mi el cometido. 

Vivian en el mismo edificio de la administración. Pasé por la puerta de la misma y vi que estaba atendiendo el marido. 

Llamé al telefonillo:

Soy el chico del reparto - 

Sube cielo - dijo

Subí, abrió la puerta y me invitó a pasar. 

Puedes dejar las bolsas en la cocina - 

Estaba en ropa interior y por encima sólo un camión semi trasparente. Estaba muy buena. Tenía unas anchas caderas y lo que parecía ser un gran culo celulítico. 

Pasa y tómate algo - me dijo

Una coca cola por favor - 

Me senté en el sofá de la salita de estar. Vino con mi coca cola y una copa de vino. Se sentó en una silla justo enfrente mía. 

Lo dijiste de verdad? - 

A qué se refiere usted? - 

A que tengo unas tetas preciosas - 

Por supuesto que si - le dije

Quieres verlas? - 

Claro - 

Se desató el camisón y bajó el sujetador dejando al aire esa obra de arte del señor. 

Se acercó hasta a mí. 

Tócalas si quieres - 

Las empecé a manosear, primero despacito y luego más fuerte. 

Te gusta algo más de mí? - 

Todo señora. Está usted muy rica - 

Cogió una de mis manos y la metió por debajo del camisón poniéndola en sus bragas. Estaba todo sudada. Era verano y hacía mucho calor. Le toqué el coño por encima de las bragas durante un buen rato. Una de esas bragas de vieja. Me cogió la barbilla y me dio un dulce morreo. Como sabía aquella vieja perra. Se agachó y me bajo los pantalones junto con los calzoncillos dejando al descubierto mi gran polla erecta. Empezó a chupármela. Me la chupo durante un buen rato. Lo hacía tan bien que casi me corro. Le paré. La tumbe en el sofá y la desnude entera. Tenía una gran pelambrera en el pubis. Podía oler su sudoroso coño desde donde estaba. Me bajé al pilón y restregué toda mi cara por su gran chocho mientras se lo comía. Se corrió salvajemente en mi boca. Empecé a follarla. Que coño más bueno. Se volvió a correr. 

Cuanto hacia que no me follaban - dijo

Por favor, penétrame el culo. Fóllamelooooooo - 

Se puso como loca. Primero se lo humedecí con la lengua echando grandes cantidades de saliva y abriéndolo con un par de dedos. Entonces llegó el momento. Puse la punta de mi polla en su ano y empuje y empuje agarrando con fuerza sus nalgas celulíticas hasta que me corrí a tope dentro de su gran culo. 

Se fue al baño y le iba cayendo semen por el agujero. Miré mi polla. Estaba grasienta y marrón. Me vestí. Vino con una bata y me dio un billete de 20 de propina. 

Ya nos veremos cielo. Ciao - 

 


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