LA BRUJA DEL NORTE

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La bruja del norte asomó por la ventana su redondo rostro de morsa, olfateando los aires de tormenta que el viento transportaba desde la Gascuña. Su bigote rubicundo filtró con eficacia los olores inútiles del céfiro y las pilosidades de las fosas nasales se agitaron en busca de señales. El nuevo príncipe pitufo estaba por llegar. El reino estaba cambiando. En un tiempo pasado aquel pais de fábula se llamó Merkosy (O Merkoshit, como los los aldeanos del sur acostumbraban a pronunciarlo), pero ahora muchos se habían cansado de decir “sy” a los crueles Merkados, poniendo en peligro el abastecimiento de esclavos del reino al elegir al pitufo opositor que, como principal distintivo, ostentaba una ancha corbata roja.

 

¿Y qué pretendía cambiar el nuevo Príncipe pitufo?. ¡Nada menos que el nombre del pais! ¿Acaso tendría la osadia de llamarlo Hollandmerk?. Ese nombre sonaba fráncamente mal. (Como a la merd, o algo así). ¿Premonitorio?. Tal vez. Pero Merkolland no sonaba tan mal. Era algo así como Mercolandia y a la vez el distintivo de un lugar en donde los mercados te follan y te desollan. El anterior pitufo también intentó cambiar el nombre del país, llamándolo Sarkomerk. ¡Qué nombre más horrible!. ¡Suena como a enfermedad!. Solamente cuando la bruja del norte sentó su culo de hipopótamo sobre la cabeza del pequeñin y comenzó a pedorrearle impulsada por el gas del brebaje de Oktoberfest, consiguió que aquella discursión quedara zanjada definitivamente.

 

-        ¡Ya viene....! exclamó la bruja meneando su roma nariz de un lado a otro - ¡Lo siento llegar con la tormenta! ¡Acudid pues, truenos! - ¡Golpead, relámpagos...!

 

Y mientras la bruja del norte reía con una mueca pavorosa, con los pelos de punta y el brillo de los lejanos relámpagos iluminando fugazmente su rostro, el teléfono comenzó a sonar:

 

-        ¿Yaaaaaaa?....

 

-        Bonjour, mon cherie.Me temo que no podremos encontrarnos hoy. Un rayo ha caido sobre el avión y el piloto ha decidido dar la vuelta.

 

Tras una breve conversación, la bruja del norte colgó el teléfono. Los encuentros con un interlocutor desconocido siempre son incógnita, por lo que en previsión, encargó a la nube que no dejara de vigilarle.


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