Roquito (de mi libro Cuentos para Probar)

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¿Había tanta necesidad de controlar tanto a ese niño?

Era la mayor preocupación de todo el barrio, especialmente de los chicos, algunos de los cuales conocía de cerca a Roquito. Este era muy especial en su comportamiento.

Actuaba de manera muy independiene, o sea, que hacía lo que quería, desaparecía frecuentemente de su casa y volvía como si nada hubiera ocurrido.

Roquito quería ser grande, desde siempre admiró a los adultos y ahora con apenas 10 años, comenzó a sentirse grande.

Sus padres, no sabían qué hacer. En la escuela se sentía incómodo y solamene a gusto con los que repetían el año.

Lo que nadie sabía era que  tenía un gran talento, era muy hábil, tanto que estaba trabajando en un invento propio.

Su deseo era lograr la fórmula para parecer un adulto, siendo niño.

En esos momentos de pensar y pensar, tuvo un sueño donde veía claramente qué hacer para lograr su deseo.

Tuvo la fórmula e inmediatamente sin temor, la puso en práctica en su persona. De a poco iba transformándose en un adulto, tanto... que hasta él se asustó. Al principio despertó la risa en todos los transeúntes, ya que la ropa le iba quedando chica.

Eso pudo solucionarlo y se integró en esta casa como adulto. No fue reconocido.

¡Cómo me divierte esto!- pensaba Roquito.

Empezó una situación rara, en que él ayudó a sus padres en la búsqueda del "niño" nuevamente fugado.

Pero ocurrió algo impensado para este niño "grande". Comenzó a llenarse de ampollitas, tenía fiebre, decaimiento y cayó en cama. En este caso la de su  propia familia que lo alojaba para dormir, ya que los ayudaba a buscar a Roquito.

Lo que más lo preocupaba, era pensar que su producto para conservarse "adulto" lo había dejado en la pensión dónde vivía. Tenía ahorros que le permitían esto.

En su cama de enfermo fue revisado por el médico que diagnosticó sarampión agregando -es muy común en niños de esta edad-.

Roquito, no podía creeer lo dicho por el médico. Pero era obvio que su producto no lo había convertido en adulto, sino más bien, le dio altura y le cambió el tono de voz, sólo un poco.

Ante esta situación, el alejamiento de amigos, la preocupación de sus padres y esta necesidad de ellos, cambió de idea.

Reunió a los padres, confesó su verdad.

Roquito volvió a la normalidad, lo aceptó con gusto y se convenció de que era mejor esperar el tiempo necesario para ser grande

 


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