La Mujer que lo sabía todo (3 minutos)

Ella lo sabía todo. No conocía su fórmula mágica, pero era así: 

—Hoy tienes cara de haberte hinchado a donuts —le dijo su mujer unos días atrás. 

¿Cómo era posible que siempre supiera lo que picoteaba entre horas? Ayer le sucedió lo mismo, incluso se atrevió a dar cantidades:

—¿Qué tal te han sentado los 450 gramos  de palmeritas de chocolate? Sabes que el médico te tiene prohibido tanto colesterol. Te vas a matar poco a poco Ernesto..., que lo sé todo, que lo veo todo Ernesto —me soltó con ese tono suyo de haberme pillado, para finalmente concluir:

—A ver si te enteras.

¡La hostia! y encima qué precisión. ¿Quién era realmente su mujer?, se preguntaba. Quizá, como decía mamá, Elenita era un poco bruja, o tal vez todas las mujeres tenían el don de leer el pensamiento, pero lo mantenían en secreto por eso de no dar pistas y cogernos en un renuncio. Tendría que andarse con más ojo, contar borreguitos cuando notara que ella intentaba penetrar en su mente. 

A la mañana siguiente, mientras Ernesto sacaba con sigilo una tableta de chocolate del cajón de la oficina, al otro lado de la ciudad, en un piso de una calle cualquiera, Elenita, como siempre que se disponía a preparar la colada, vació los pantalones de su marido y entre pañuelos y algún achiperre más, se hizo con un tique de compra:

—2 pack Galletits choco suprem…3,50 €
—200 gr. gominolas variadas....... 2,00 €

Tendría que hablar muy en serio con Ernesto, este hombre no tenía solución.

Jam Louvier, abril 2019