Hemos descansado.
Miramos alrededor.
Nos implicamos.
Hemos buscado
en lo más sencillo:
damos con la salida.
Ha sido y será.
Nos consentimos
para abordar un conocimiento mayor.
Hemos respondido
con amor,
como debe ser,
desde la sencillez
de quien nace cada día,
como aconsejamos.
Hemos pedido tiempo.
Lo tenemos.
Nada queda en el olvido.
Hemos de invertir
para darnos
aquello que nos dosifica
la felicidad necesaria
para explicarnos aquí y ahora.
Concursamos
con remedios sanos
que nos rozan
con un candil que enciende
la llama de la vida,
que nos dice que sí.
Los hechos corroboran
todo aquello en lo que creemos.
Hemos descansado,
y se nota.
Hace años que precisábamos
un cierto relajo,
un control de lo que nos merece
la pena, de lo que nos subraya
lo esencial y primario.
Hay voluntad, una óptima voluntad
de no descalzarnos.
Proseguimos en paz
para dar con los hechos
que apuntan lo que fue.
Terciamos en nuevos pronósticos
desde la certeza y la conformidad
de una flamante era
cargada de cariño y pasión.
Es posible que estemos enamorados.
Puede que ya se entienda todo.
Quizás ya no seamos reales.
El caso es que la vida funciona.
Ya no son importantes las preguntas,
sino lo que respondemos.
Se percibe, sí,
que hemos descansado.
Es un nuevo tiempo ya.
Juan Tomás Frutos
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