Abrázame y dime que me quieres

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                Se conocían desde niños, sus familias habían mantenido una relación amistosa de vecindad y sus padres mantenían esa comunicación desde jóvenes.- Ellos a pesar de esa relación no habían tenido contacto alguno, hasta el mismo momento en que se conocieron.-

                Eran entonces muy jóvenes. Él con sus amigos habían llegado a entablar relación amistosa con todas las componentes de la pandilla a la que ella pertenecía, por ser todos estudiantes y tener vivencias académicas afines. Y esa unión de pandilla, fue la que los llevó a fijarse mutuamente uno en el otro, y entablar una comunicación, que terminó en un amor infinito al que ninguno renunció en ningún momento, a pesar de todos los escollos, que a lo largo del camino, tuvieron que sufrir.-

                Se unieron, avalados por ese infinito amor, y comenzaron un proyecto de vida en  común y en familia, que aún permanecía.-

                Los hijos, ya emancipados y casados, habían formados sus propias familias y por motivos de trabajos, tuvieron que abandonar su lugar de residencia e ir a vivir a otros lares, con sus respectivas, esposas e hijos y sus contactos y comunicación con los abuelos, era simplemente telefónica, y para ello, en ocasiones y cuando los deberes y obligaciones se lo permitían.-

                Por ese motivo, los abuelos vivían solos, en su casa de siempre y en su lugar de residencia  no habiendo tenido que sufrir problemas de dependencia alguna,  porque ambos se encontraron siempre bien y habían podido cuidarse por sí solos, el uno al otro,  hasta el momento fatídico en que la enfermedad hizo su aparición.-

                Cuando el médico le indicó al abuelo que la enfermedad que observaba en su esposa no tenía viso de solución, ya que la Demencia Senil que observaba en ella, y por los síntomas que el esposo había notado y relatado de: Pérdida de memoria, Bajo nivel de energía, Cambios de  estados de ánimos y Baja atención y orientación,  la conduciría irremediablemente al padecimiento de  Alzheimer.

                El diagnostico se confirmó, cuando volvieron de una nueva consulta médica, para pedir una segunda opinión.-  Comenzaba en ese mismo instante un cambio sustancial en sus vidas. A partir de entonces se sabía que éstas iban a cambiar y que a partir de ese momento ya nada sería igual, como había sido,  hasta ahora.-

                Los hijos no se enteraron de la gravedad del asunto.- Nunca manifestó a los hijos, la importancia de la enfermedad, quitándole hierro a los hechos. El abuelo solo les indicaba las pequeñas lagunas de memoria que la abuela sufría en ocasiones, por motivo de su edad y los pequeños problemas de motricidad y locomoción, que algunos momento padecía, ¡¡cosas de la edad!!.-

Las llamadas a partir de entonces, fueron más frecuentes, más rápidas, pero en ninguna de ellas se decía la verdad de lo que ocurría, solo se hablaba de los niños, de sus travesuras, de sus hazañas en las guarderías y sobre todo en lo que estaban creciendo y lo que iban aprendiendo.-

                Pasaron los días, los meses y la enfermedad avanzaba, -en sus distintas fases-, como los médicos habían previsto.- Los procesos de alteración del lenguaje, la imposibilidad de tareas domésticas, las lagunas de memoria, el retorno a su infancia, etc. iban sucediéndose y en ocasiones la abuela también tenía esos momentos que veía el problema y decía:  -“no sé lo que me pasa, pero tengo miedo “-, ¿y de que tienes miedo?, le decía el abuelo y ella respondía: -“no entiendo lo que me pasa, solo sé que te necesito”-. El abuelo, con los ojos llenos de lágrimas le contestaba:  -“sabes que no puedo vivir sin ti”-,  -“ abrázame y dime que me quieres“-, decía la abuela.-

                En otras ocasiones, y cuando los ánimos del abuelo, no estaban bien, como consecuencia de tanto sufrimiento, y en  la abuela se observaban aquellos momentos de lucidez, ésta le decía, -“no me grites, no llores, ten paciencia conmigo”-, pero… -“no te separes de mi “. -“Anda no te enfades, quiéreme siempre hasta el fin de mis días”-. Y como si no hubiera pasado nada, ella seguía en su limbo y él lloraba su desgracia.-


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