Hablando duro dormido... (Texto surrealista)
Por JoelFortunato
Enviado el 13/10/2018, clasificado en Cuentos
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HABLANDO DURO DORMIDO
(( Texto Surrealista ))
Corrió tan extraño que pensé despertar tan rápido
como fuera posible. Ese sueño se escondió en el
corazón del tiempo azul bajo la almohada dormida.
El suelo está trepando con el temor labriego del
gusano, y un desnudo recuerdo, inmortal en el aire
asfixiado por las trompetas de las piedras piadosas,
que destejen la obscuridad bajo el agua perseguida
por las débiles pestañas... ¡ Duro hablando !.
Pues el mástil brotaba explosivo, las cataratas tejían
metálicos anhelos, y los pantanos lloraban entre sus
jaulas de espuma, dejando gotear a las campanas del
embrujo huesudo....
Lívida la vida y espléndida la tumba.
¡ No, no despertaré al inclemente hueco felíz !.
Bien lo sabe cualquier éter en la fruta desmayada,
tanto como por las charcas del ámbar temblorosas,
y entre los milagros ancianos con la envoltura urgente
y la raíz por guarida... ¡ Es tan difícil limitarse sin estar
desesperando a las auroras del cereal desayunado !.
Ninguna fórmula seca saca al saco que aprieta, ni al
cemento en un invierno de terciopelo deteriorado por
el fuego, que inmisericorde se jacta del siniestro bosque
estrangulado por la más mínima pesadilla, que adormece
inmóvil al almendro sobre la alfombra de las nebulosas.
Pensándolo bien, el color del perfume es tan oportuno
por el vidrio, y el rencor de la mañana olvidada, que al
reloj nada le importa, que aspira tenaz el aliento de los
fantasmas, y habla con las letras de palabras, que ligeras
desconoce, de la angustia que llueve seca entre la pasión
presa de una retina agotada por el siglo perdida.
Pero, al igual que algunas plantas, ciertos sillones son
incapaces de producir sus propias ideas, y depositarlas
en el intestino del destino, por dónde el rocío cuelga la
voz extendida en cien hectáreas... Además, la forma es
vigorosa, y tiene la esencia de roedor acosado entre
candados de bolsillo, con plumas de gallina, y la figura
de un osito.
Y precisamente, a ésto me refería, en cuanto
al uso de la energía después de un año, y que la tradición
estipula, hasta la cumbre que deslumbra a las reliquias
del agua, incluídas la oficina organizada por el escritorio
del menosprecio de las tejas verdes, y el mandamiento
adinerado, súbdito letal del valle de las sombras, y del
césped poco apetecible, que emigra errático en las hojas,
y en las protuberancias del tizón, que se adueña duro
de los alfileres de las náuticas empresas veterano.
Si bien, algunos colchones lo creen fácil, hablando duro.
Y más, con la naturaleza audaz del amplio equipamiento,
y el lujo de una desesperanza poderosa, al mostrar rasgos
rudimentarios de pelambre, tal vez a manera de aislante,
sobre todo para mantenerse y nutrirse al dormirse.
No obstante, los escarabajos difieren de los intereses de
los gusanos nemátodos, y las hormigas en los túneles
insidiosos después de consumidos. Pero, hablando claro,
e ignorando lo anterior, la tormenta estaba casi en una
silla en bancarrota, y al despertar exige la excavación
oxidada del arroz jubilado, donde, el divide y vencerás
dá paso a una nueva era de laberintos comunes, que dan
a su vez rienda suelta a todo lo que no está claro en la
córnea, con su limbo implantado, sobre todo para probar
los límites del embrión por docenas.
Hablando duro, bien sé que ésto no será la clave, a pesar
de la estela conmemorativa erigida gracias a la compasión
del telón de fondo, ni al episodio del mosaico libre de las
tortugas, dónde el guía gravita en la tortura de los tibios
sudores, que se opacan, y se entristecen con buen apetito.
Recuerda, me dicen : Hay que tener al perdón como amigo
y esclavo, como el veneno letal lanzado al abismo del olvido.
Ya sólo los cerros cuentan la historia de las cuevas, ofendidas,
ennumerando los más importantes desempleos de los platos,
que comulgan con los astros, resignados, valerosos y sumisos.
Finalmente, y como no es posible dar marcha atrás, la vela
salió por la penumbra, optó por soltar su luz, y enmudeció
blandamente despierta...
Autor : Joel Fortunato Reyes Pérez.
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