¿Por qué? Solo puedo llorar y oír, pero no puedo ver ni hablar para defenderme. Fui un hombre razonable cuando tuve que tomar las decisiones importantes de mi vida. Jamás maté a nadie, y los pocos actos indecentes que pude cometer de niño y de joven fueron fruto de la inconciencia de un pequeño animal que está en crecimiento. Angustia y culpabilidad pesan dentro de mi cuerpo vacante como una cargante lápida.
-Pocos son los seres que vuelven de la tierra pudiendo ascender al reino de los cielos. Ustedes, los humanos, sois el resquicio más oscuro y vil de la vida en el universo. Durante decenas de generaciones han ido quedando los descendientes de aquellos que tuvieron mayores privilegios, desarrollando un gen maligno que poco a poco se fue expandiendo por toda la especie, convirtiéndoos en animales indomables, egoístas y soberbios. Osáis compararos a la figura de nuestro Ilustrísimo Excelente y Colosal Señor del Universo, lo que vosotros llamáis Dios. Ese es el primero de los pecados que os condena.
No puede ser que paguen justos por pecadores, pues ateo soy.
-Usted, como otros, en infinidad de ocasiones mostró su parte más humana, siendo egoísta y avaricioso con sus semejantes, siempre quiso tener más y más. También pecó de Gula, cuando más de una vez, tras opulentos festines, fue capaz de negar una moneda a otro que lo necesitaba. Engañó a su mujer, mintió a sus padres, se aprovechó de los que menos tenían y realizó innumerables actos deleznables por dinero, simplemente por el hecho de poseer más poder.
Los vocablos, debido a su dureza, se me clavan como lanzas hirviendo. Yo simplemente me dediqué a vivir dentro de una sociedad que ya estaba establecida, incluso antes de que naciera. ¿Soy culpable por amoldarme a lo que me rodea? Me habéis condenado por el simple hecho de sobrevivir dentro de una colectividad enferma sin ser un paria.
-Solo ascienden aquellos que entendieron el significado de vivir bajo el libre albedrío. Individuos, que como usted, nacieron en un mundo enfermo que, sin embargo, no aceptaron. Estos se rebelaron de manera individual, tomando decisiones y realizando acciones que no les beneficiaba exclusivamente a ellos. Parias que no se avergonzaron de serlo, sino que intentaron divulgar las creencias para crear un mundo mejor. En muchos casos, terminaron sacrificados en nombre de la prosperidad humana dentro de la tierra, lo que nos refleja, que a nivel colectivo, la preminencia habitual es el beneficio bajo cualquier forma, llegando a realizar auténticas barbaridades por obtenerlo.
¿Cómo yo, siendo un ser tan insignificante, hubiera podido cambiar el mundo? Mi presencia en la tierra fue un mero espejismo. Mi voz nunca fue más allá de los seres queridos que estaban a mi lado, a los cuales siempre amé y respeté. Intenté cuidarlos y hacerles felices, siendo mi único objetivo en la vida el bienestar de ellos. ¿Esos son actos deleznables? Nos hacéis Mártires del cariño hacía los nuestros. Condenados por dar amor a nuestra familia y penitentes de unos pecados superfluos. Si este es el veredicto del Gran Señor del Universo que nos cuida y vigila, me alegro de no haberlo adorado mientras estaba en la tierra. Pues sí es semejante al humano por lo cruel e intransigente de sus decisiones. Ya que finalmente, condenáis al infierno a un sinfín de inocentes.
-No tendremos en cuenta sus últimas declaraciones. Ya que si fuera así, su destino acabaría siendo el peor de los infiernos. No todos tenéis el mismo fin, a pesar de que un ser humano por el hecho de nacer, ya es pecador. En función al nivel de malicia efectuado durante sus años de subsistencia terrenal, el rumbo que toman vuestras almas puede tener diferentes finales dentro de las tinieblas. Los mortales como usted soléis ser juzgados únicamente por vuestras decisiones individuales, para vosotros, la condena es la menor. Quedaréis postrados en un bucle sinfín rememorando las situaciones dolorosas que os hagan recapacitar sobre vuestras actitudes. A medida que se desciende en el agujero del averno las condenas se intensifican, haciendo vivir a los condenados una y otra vez las mismas situaciones crueles que generaron durante la tierra. Queremos que vivan en primera persona, por toda la eternidad, cuáles eran las consecuencias de sus decisiones más perversas.
Vacío de argumentos me derrumbé sobre el suelo, arrepentido de cualquier daño que pudiera haber hecho mientras estaba vivo. Quiero besar a mi mujer, abrazar a mis hijos, volver a ver a mis Padres. Pero eso ya no es posible, mi destino es la oscuridad perpetua y un triste pesar que nunca me abandonará.
-Nunca los volverá a ver, tampoco conocerá la designación de los mismos. Son privilegios exclusivos de los que ascienden al reino del bien. Vuestro tiempo es limitado, solo poséis una oportunidad para purificar vuestras almas y así ascender al feudo de nuestro Ilustrísimo Excelente y Colosal Señor del Universo. No has superado la prueba y ahora ejecutaremos tu condena. Que así sea.
¡¡Crash!!¡¡Crash!¡¡Crash!!
Tras el estruendo se ha hecho el vacío bajo mis pies. Siento como al caer un aire espeso y hediondo me va envolviendo. Mi sentido de la visión vuelve a funcionar y lo que veo me aterra aún más. Imágenes de mí realizando actos indecentes me insuflan tal daño que empiezo a llorar. Una neblina marrón y compacta me impregna de malas sensaciones. Finalmente caigo en un terreno fangoso. Me levanto a duras penas, pues la superficie me agarra como indicándome que la única manera de seguir hacia delante es arrastrándome pos su putrefacción. Finalmente, consigo darme la vuelta y mirar hacía la oscura negrura que cubre mi cabeza. Como si se tratara de un cine, bajo un reloj inerte, se repiten una y otra vez imágenes terribles en las que soy incapaz de reconocer mi cuerpo. Nunca pensé que actos tan insignificantes pudieran causar tanto dolor en mis prójimos. Ahora sufro, intensificado, el daño que les causé. Mi cuerpo helado se abarrota de malos augurios y una tristeza insufrible se posa sobre mis hombros como una gran roca, haciendo que sea incapaz de erguirme.
Entiendo que el peso de este desconsuelo es el acumulado de todos los perjuicios que causé estando vivo. Sin fuerzas para seguir luchando, asumo mi destino posterior a la muerte y me quedo tumbado soportando cada imagen como si fuera un latigazo directo al corazón.
Si renaciera de nuevo, disfrutaría cada segundo como si fuera el último, aunque seguiría siendo ese breve destello en el cosmos, hubiera sido una vida mucho más plena para mí. Más que nunca, deseo con todas mis ganas que el tiempo pase raudo, sin embargo, ya solo me queda vivir el mismo acontecimiento una y otra vez, congelando el tiempo para toda la eternidad dentro de este infierno que se ha convertido mi realidad.
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