EL COLUMPIO

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Marta miraba a su hija Hada con orgullo, pronto tendría que decirle la verdad, pero por el momento callaría.

Mientras fuese una niña no la atormentaria con aquella historia del pasado.

Era tan personal e involucraba a tantas personas, que prefería guardar silencio ya que tenía que ver y mucho con la familia.
Recordaré, se dijo y tomando un álbum de fotografías y mientras Hada hacía su tarea escolar las miraba con ternura.
En ellas se veían dos niñas idénticas, en brazos de un matrimonio con aspecto humilde igual que ellas.
Aquel recuerdo fue más allá de la imágen que recreaba su pensamiento.
Viendose de niña jugando en el parque al lado de aquel columpio.
Las dos hermanas peleaban por sentarse allí.
Cualquiera de las dos podría haber sido quien sufriese la desgracia, pero en aquella guerra infantil ganó Hada.
Marta llorando se apartó del columpio sentándose al lado de su abuela, que sin preguntar dónde estaba la gemela la abrazaba consolandola.
Hada pidió a un señor que se acercó al verla sola que la empujase, que fuese fuerte, quería llegar hasta el cielo. Y así aquel hombre lo hacía, lanzándola con fuerza y cada vez que la recogía en aquel columpio la llamaba hija.
Marta no podía entender, una hora después, cuando su abuela y su madre fueron a buscar a su hermana, que volvieran sin ella y regresarán a casa sin más búsqueda.
Cuándo volverá mi hermana, recordaba Marta, que preguntaba todos los días.
Pero nadie le respondió nunca, ellos dijeron que se la habían llevado a la fuerza y la buscarían durante meses, pero jamás la tristeza se hacía presente en sus padres, cuando la policía venía con negativas respecto a su desaparición.
Qué inocente fui entonces, habló en voz alta llamando la atención de su hija, que se acercó preguntando. No es nada hija, cosas de mamá. En aquel momento la instantánea cayó al suelo siendo recogida por la niña, jugando con ella la miró y exclamó... ¡Dos niñas idénticas! ¿Quiénes son mamá?
Mi hermana y yo cariño, mejor dicho tu tía Hada, mi gemela.
La niña siguió preguntando y Marta le tuvo que contar la historia hasta ese punto en el que quedó cuando se le escaparon las palabras.
Después de aquella pequeña explicación volvía a pensar, pero esta vez apretó la boca, en lo inocente que fue cuando en todo aquel tiempo no se habló de su hermana. Y lo bien que llevaban la economía en la familia. No le faltaba un juguete, ni un vestido nuevo, pero después de los años ya supo que habían vendido a su hermana.
La tristeza iba apoderandose de Marta por momentos, tenía muy presente el movimiento de aquel columpio y que hubiese pasado si la ganadora de aquella discusión infantil hubiese sido ella.
¡Mamá! La nombró la niña.
Sentándose en sus piernas.
Háblame de la tía, nunca lo has hecho mamá.
Marta comenzó a ponerse nerviosa, todavía no era el momento, era pequeña para asimilar la historia, no debía de contarle aquello que ocurrió, pero con mucha delicadeza empezó a hablarle de su hermana Hada a la niña. Evitando descubrir ciertos puntos y dejándo el relato en el del columpio.
A partir de aquella tarde no hubo tarde que Hada no le pidiese a su madre que le hablase de su tía, la que se llamaba como ella y la que había desaparecido a la edad de siete años, los mismos que ella estaba a punto de cumplir.

Aquella mañana Marta se levantó de la cama sin descansar, le había dado tantas vueltas a una cosa que era necesario hacer que no había podido dormir.
Mientra desayunaba, la niña se despidió de ella para irse al colegio. Esperó a ver como cerraba la puerta y hasta que no confirmó mirando por la ventana que la niña estaba en la parada del autobús no descolgó el teléfono.
Marta tuvo una larga conversación con alguien al otro lado y colgó confirmando una cita en el parque.

Habían pasado ya unas semanas desde aquella llamada y esa se celebraba el cumpleaños de Hada.
Cuando la fiesta terminó, Marta estaba triste, Hada no sabía que le pasaba y le preguntó, no recibió respuesta alguna, tan solo le dijo que a pesar de estar cansada quería ir con ella al parque. La niña se sorprendió, no era costumbre de su mamá ir allí. Pero no había duda de que la acompañaría, tenía que obedecer era ya una señorita que había cumplido siete años y no podía negarse.
Fueron paseando, no estaba muy lejos de allí, al llegar Hada se soltó de la mano de su mamá y fue directa al columpio que por como se movía parecía haber sido usado.
Marta se sentó en el banco, su semblante era de pena, su corazón se aceleraba cada vez más y Hada entonces le pedía gritando que fuese a columpiarla.
Mientras su mamá se negaba con una media sonrisa, comenzaron a empujar el columpio mientras le decían ¿Quieres hasta el cielo?
Y cuando volvía éste y la recogía, terminamaba diciendo, hija.

La tristeza de Marta no era para nada infundada, una gran madre había vuelto después de siete años a recoger a su hija.
Habían pasado muchos años cuando después de mucho indagar encontró a su hermana gemela, entonces no podía volver al que fue su hogar ni tampoco al que la compró pues tenía un bebé, por lo que dejó a su hija con su hermana Marta que la crió para devolversela, cuando ésta tuviera mejor su vida.
Casualmente en el mismo lugar y en el mismo columpio donde desapareció.

©Adelina GN


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