Paca... Y mis cómics
Por Jesús Sieiro
Enviado el 23/10/2018, clasificado en Adultos / eróticos
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A Paca la veo trajinar todo el día por la casa, no para, es incansable. Lo lleva todo para adelante con una vitalidad que ya no sorprende a nadie. Forma parte de mi mundo, un espacio nada especial, en el que mal llevo las horas matando el tiempo como sea.
Soy dibujante de cómic y desarrollo esta actividad profesional en mi propia casa.
Comencé creando historietas de jóvenes en rebeldía y ahora sólo me salen marranadas, antes era un anarquista convencido y salario de miseria y ahora un salido de mucho cuidado pero con cartilla de ahorro y plazos fijos.
Vivimos a las afueras, en los límites con lo rural. Mis vistas están llenas de espacios vacíos, agrestes y más allá sólo están las montañas. Todo a mi alrededor, por tanto, me llama al sosiego.
Paca, en este momento, se encuentra en un lado del patio de la cocina, un lugar con cobertizo en el que está la lavadora, secadora, mesa de plancha y cuanto le es afín. Semi agachada saca la ropa recién lavada y la deposita en una base de mimbre. Su culo es imponente, lo cubre con faldones y prendas anchas y cómodas, parece una madonna italiana. Recoge su pelo arriba de la cabeza en un moño grande, que se va abriendo y descomponiendo dándole un aspecto de abandono.
Ella forma parte de mis viñetas más osadas, tengo su figura tan asumida que puedo abrir y cerrar sus muslos sin pensar. La libertad que me da el lápiz no es comparable con nada, los bocetos surgen de forma espontánea y puedo acentuar sus rasgos, dándole incentivos morbosos o de una sensualidad erótica y perturbadora, que nada tienen que ver con sus movimientos prácticos y faltos de cualquier sentido sexual.
Trabajo para una empresa alemana que premia todas estas libertades mías mentales con las que elaboro mis viñetas. Tengo un público amplio y perseverante que me anima constantemente a seguir en esta línea. Les encanta ver a mi moza solazarse de mil formas distintas. La he mostrado levantándose los faldones y lavando su intimidad en el riachuelo que pasa justo delante de mi casa (le pongo ahí un vello abundante y marco sin mesura los giros y movimientos de su abertura espléndida).
Es un personaje con una capacidad ilimitada, capaz de satisfacerse así misma echada en la cama, mirando a la ventana y apoyando sus pies a cada lado o dando buena cuenta de todo el que pasa dentro y fuera de la casa.
No hay situación de normalidad que quede excluida de mi acción, persona, animal o cosa que se adentra en ese espacio nuestro en el que ella se mueve queda automáticamente transformado. De una u otra forma mi personaje es capaz de levantar las emociones más escondidas de los adictos al sexo. Incluso comiendo da la extraña impresión de disfrutar en un sentido más amplio y concreto. Cuando degusta frutos sus giros de boca te hacen pensar en otra cosa.
En definitiva, he creado un personaje de fantasía que adquiere personalidad propia y estimula los sentidos y sentimientos más escondidos de mis fieles seguidores.
Hasta ahí, podría decir que forma parte de mi actividad profesional y ésta es fundamental y respetable. La cuestión es, que he sido invadido por el creativo. Al punto, que lo natural comienza a tener resortes nuevos. Busco en cada uno de sus gestos una picardía propia y natural con la que incentivar mi morbo.
La observación interesada de antes se ha transformado en voyeurismo. La persigo con fines libidinosos. Intento cazarla en sus momentos más íntimos. Disfruto abriendo o utilizando resortes con los que se me muestra en sus expresiones más directas y reales sin ninguna cortapisa. He conseguido traspasar los límites de su privacidad hasta alcanzar poseerla en su totalidad.
Lo más sorprendente es, que he averiguado con asombro que su realidad supera todas mis fantasías, algo que había oído decir mil veces y nunca creí.
Pero lo más tremendo es, que ya no distingo entre esa realidad y mi fantasía. Me he convertido, sin pretenderlo, en personaje de mis propios cómics.
Cada día soy más rico económicamente. A la vez que adquiero, unos tintes de locura manifiestos, o sea, que soy mucho más pobre en todo lo demás.
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