NOCHE DEL ALMA
Cuando la ceniza cae entre los párpados
y dibuja rauda el adiós postrero,
estando cerrada la puerta del cielo,
y del abismo preparado en casa.
La noche del alma rueda roja y seca
la sangre enfriando hielo y nieve
hilos de azúcar con hierro infame
tramposos a sueldo aplausos truhanes.
Miles de almas han partido.
¡Han sido enviadas sin latir sus campanas!
Caminantes sin camino por el aire.
¡Con la sangre fresca del polvo!.
El olor al frasco grita puro
el cereal de arena espina honrado
el dolor del agua llora esclavo
el sabor del hueco vive libre.
Miles, miles de dolores que petrifican.
En el umbral del último adiós.
En el umbral del grave olvido.
En el umbral del polvo diario.
La noche del alma sonríe negra.
Cien mil veces por el cielo.
Cien mil culpas por el infierno.
Cien mil campanas sin razón.
Por el vacío que anida en las casas.
¡El aire asfixia el hambre mata!.
La luz inmaculada hecha obscura.
La esperanza incinerada cada hora.
El fondo en flor consume al día.
En el pasado prisionero injustamente.
En el presente yerto indefenso.
En el recuerdo indeleble perenne.
Del alma cien mil noches duelen
a los siete mares una lágrima
de la eternidad diariamente
¡Aplaudiendo a las ventanas el abismo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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