EL AMOR ES PROSAICO

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María Rubianes era una mujer rubia, alta; de seseinta años; con un temperamento muy enérgico, y separada de su marido desde hacía muchos años; aunque tenía dos hijos mayores que eran unos ejecutivos de unas empresas de Informática, al haber sido propietaria de unas paradas de carnecería en un Mercado Municipal de un barrio obrero de Barcelona que le había permitido ganar grandes beneficios en una  época de expansión económica y de modernización del país a la sombra de la dictadura franquista, ella en la actualidad se sentía agradecida de aquel sistema conservador y autoritario que a su juicio la había enriquecido, por lo que en la actualidad despoltricaba contra los partidos politicos de izquierdas que la obligaban a ser más solidaria con la subida de los impuestos.

Pero por otro lado debido a su fracaso sentimental siempre decía que no necesitaba la compañía de ningún hombre.

Sin embargo a pesar de su óptima situación financiera y de sus brillantes hijos, así como de gozar de cierta proyección social, en su fuero interno se sentía tremendamente sola ya que en realidad todo el mundo vivía encerado en su concha particular.

Mas un día cuando menos se lo esperaba gracias a un viejo amigo conoció a Fabián. Se trataba de un sujeto tan alto como ella y casi de su misma edad, que a tenor de su innata simpatía y don de gentes, María enseguida se sintió prendada de él.

Muy pronto de una menrera espontánea empezaron a salir juntos; iban tanto a espectáculos como hacían pequeñas excursiones los fines de semana a los lugares más pintorescos de la provincia de Barcelona. Fue entonces cuando a María se le puso en evidencia debido a las atenciones, al sincero interés personal que demostraba aquel hombre hacia ella que le transimitía una seguridad afectiva, hasta que punto andaba necesitada de afecto.

A su vez  también Fabián se sentía a gusto al lado de María, ya que era viudo y de hecho se sentía bastante solo, puesto que sus dos hijas se habían independizado y residían en otras provincias de la Península Ibérica. Se puede afirmar que la pareja vivió unos meses de plenitud en los que se revitalizó la confianza mútua que sellaron con unas noches de sexo teñido de un profundo romanticismo.

Pero no todo iba a ser de color de rosa. Al parecer Fabián estaba enfermo de gravedad. Pues tenía leucemina y en breve tenía que ser intervenido quirúrgicamente.

-No te preocupes. Seguro que sales de esta - le animó María cuando él le dio la noticia.

Efectivamente Fabián tuvo que pasar por el quirófano, y María si quería darle muestras de su amor incondicional además de tener que arrinconar su rígido sentido práctico de la existencia que le costó un considerable esfuerzo, y desarrollar lo mejor de sí misma poniéndose al cuidando al enfermo dentro de sus posibilidades en la habitación del hospital, tuvo también que enfrentarse con las hijas de aquel hombre las cuales vinieron a Barcelona para hacer compañía a su padre.

Éstas eran unas chicas prepotentes, ariscas y muy desconfiadas que no veían con buenos ojos la relación de su progenitor con aquella decidida mujer. Las jóvenes pensaban que dicha fémina sólo iba en busca del patrimonio familiar, y en consecuencia la trataban con desdén.

Aunque esta historia pueda parecer un culebrón ¿tenían razón las hijas de Fabián en sospechar de la honestidad de María? Desde lurgo que sí.

Hacía unos años cuando Fabián se quedó viudo conoció a una mujer de escasos recursos económicos que al percibir su acomodada situación no dudó en meterse en su vida sin ningún tacto. Pues ella como muchas mujeres de su tiempo y condición iba a la caza del hombre adinerado, del "buen partido" sin fijarse en su valor humano, a cambio de un poco de sexo.

No obstante tan pronto como las hijas de Fabián se percataron de las descaradas intenciones de aquella mujer no tardaron en reaccionar e hicieron lo imposible no sin grandes discusiones con su padre para que ésta se marchara de su vida cuanto antes.

Por eso ahora ellas temían que María fuese otra aprovechada.

-No tenéis nada que temer nada de mí, porque yo tengo mucho dinero y amo de veras a vuestro padre -les dijo María a las dos jóvenes en la sala de espera del hospital.

- ¡Pues te vigilaremos, y no te vamos a dejar pasar ni una! De nosotras no se ríe nadie - le contestaron ellas desafiantes.

Pero María que tenía un espíritu fuerte y perseverante, aunque no se atrevió a explicar a sus hijos el obstáculo que tenía que vencer con las hijas de Fabián por temor a que ellos la tacharan de tonta, no dejó de velar a su novio al cual de vez en cuando su mente se le enturbiaba a causa de los tranquilizantes.

Y es que el verdadero amor es una rosa con espinas como dijo el poeta; es decir que el valor de este sentimiento desinteresado hacia otra persona, se forja y se mide a través de las dificultades. Pues el amor romántico de connotaciones más estéticas que éticas y que está subliminado por los bellos relatos, o el espectáculo, no es más que el ténue umbral de unas relaciones, que dura un tiempo efímero.

Por tanto, cuando Fabián despertó de uno de sus letargos, al ver a María a su lado la tomó cariñosamente de una mano, y le sonrió en silencio.


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